Cada 5 de marzo celebramos el Día Mundial de la Eficiencia Energética, instancia para reflexionar sobre el uso racional y eficiente de la energía, y la necesaria transición hacia sistemas energéticos con alta participación de energías renovables, con énfasis en aquellas no convencionales (ERNC, principalmente solar y eólica). En este sentido, el desarrollo en Chile ha sido notable, pasando de prácticamente no contar con este tipo de fuentes hace una década, a una representación actual de un 44% en la matriz de generación eléctrica nacional, donde la generación desde ERNC fue de un 43% en enero 2024, marcando un récord de 94% renovable durante una hora (incluyendo hidro).
Esta tendencia es prometedora, sin embargo, la eficiencia energética parece recibir menos atención. Es algo extraño considerando que esta medida aparte de ayudar a reducir emisiones contaminantes también puede generar ahorros importantes a los distintos tipos de consumidores, industriales, comerciales y residenciales.
Desde 2021 Chile cuenta con una Ley de Eficiencia Energética (Ley 21305) con el fin de articular esfuerzos que nos permitan alcanzar la carbono neutralidad al 2050, donde se espera que un 35% de las reducciones de gases de efecto invernadero provenga desde esta medida. Asimismo, la Ley establece que el Ministerio debe generar un Plan Nacional de Eficiencia Energética cada 5 años que abordará aspectos de eficiencia energética residencial y en los sectores productivos, educación y capacitación en eficiencia energética.
Con respecto a los grandes consumidores de energía, que suman en torno al 40% del consumo energético nacional, la Ley establece que aquellos que superen las 50 TCal/año (declarados como “Consumidores con Capacidad de Gestión de Energía” y listados por decreto) deberán incorporar un Gestor Energético que lidere la implementación de un sistema de gestión de energía e informe sus consumos anualmente para la elaboración de un reporte público por parte del Ministerio.
En el sector edificación residencial, comercial y de uso público, que constituyen aproximadamente un cuarto del consumo energético nacional, la Ley exige un etiquetado que informe sobre el nivel de eficiencia energética de las construcciones nuevas, similar a las etiquetas que conocemos para electrodomésticos. El Ministerio espera que con esta medida las nuevas construcciones consuman un 30% menos de energía térmica al 2026 respecto al 2021. Similarmente, para el sector transporte, que es responsable de un tercio del consumo energético nacional, se exige a los importadores este tipo de etiquetado en vehículos nuevos, informando sobre su rendimiento en kilómetros por litro. Estableciendo estándares mínimos para las marcas se espera duplicar el rendimiento de los vehículos livianos al 2035 comparado al 2019. Además, los importadores de las marcas podrán contar hasta 3 veces el rendimiento equivalente de vehículos cero emisiones para cumplir el objetivo, lo que se espera fomente la electromovilidad.
Finalmente, la célebre frase de Lord Kelvin “lo que no se mide, no se puede mejorar” deja en manifiesto la necesidad de avanzar en la adopción de medidores de energía inteligentes, una herramienta clave en la transición energética que nos permite monitorear y gestionar nuestro consumo y que es habilitante para tarifas horarias y flexibles, entre otras cosas, promoviendo así el uso eficiente de la energía y el mejor aprovechamiento de la energía renovable.
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