Los seres humanos siempre hemos dependido de tener suficiente disponibilidad de agua, para la producción de alimentos y el consumo humano de agua potable, pero por otro lado sufrimos cuando las precipitaciones extremas generan inundaciones. Dicha dualidad de depender del agua para nuestra subsistencia, pero también del temor de vivir cerca de cursos de agua que pueden generar, en tan solo segundos, que ciudades enteras desaparezcan bajo ríos que nunca han respetado los bordes o delimitaciones que seres humanos les hemos artificialmente forzado.
A pesar de diversos avances tecnológicos, la humanidad no ha sido capaz de escapar de las inundaciones. Todos los años se escuchan nuevas noticias de inundaciones en diversos sectores del mundo. Solo por dar algunos ejemplos, recientemente hubo catástrofes naturales de este tipo en el sureste de Turquía, Queensland al noreste de Australia, California al oeste de los Estados Unidos, Lima al norte de Perú y San Pedro de Atacama al norte de Chile.
En el otro extremo, están las sequías, que cuando son prolongadas generan grandes impactos sobre la agricultura, los sistemas sanitarios y ecosistemas. Curiosamente California que hace unas semanas presentaba inundaciones, a fines del verano (agosto y septiembre del 2022) sufría sequías intensas. A pesar de que el norte de Chile se ha inundado hace un par de semanas, la zona central y sur del país lleva más de una década de megasequía, no solo afectando a las personas, sino que también generando las condiciones propicias para los incendios forestales que se presenciaron en el verano.
Cuando eventos extremos como las sequías o inundaciones afectan una región, la vida de todos los que viven en dicha región se ven afectadas. Evidentemente, las regiones de menos recursos sufren más con los eventos extremos, no obstante, incluso las zonas más desarrolladas del planeta no escapan a los impactos del exceso o la falta de agua. ¿Cómo puede ser que no haya soluciones para las inundaciones y las sequías?
No solo no hay soluciones definitivas para las sequías e inundaciones actuales, sino que éstas se están volviendo más intensas y recurrentes debido al cambio climático. En el Día Mundial del Agua, conmemoramos el cuidado del agua y el medio ambiente. Lamentablemente, a pesar de los descubrimientos científicos, las discusiones sociales y los acuerdos políticos, cada año aumentamos las emisiones de gases de tipo efecto invernadero, que son el causante del cambio climático actual. Incluso con nuevas políticas públicas, no hemos generado cambios que disminuyan las emisiones de gases de tipo efecto invernadero. Si no logramos cambiar nuestros hábitos como sociedad, ¿qué ocurrirá con el cambio climático?
De momento la única solución que se puede vislumbrar a las emisiones de gases de tipo efecto invernadero, es que ciertos cambios tecnológicos aceleren los procesos de transición hacia energías más limpias. Cuando pensamos en cuidar el agua y el medio ambiente, tenemos que también pensar en cómo podemos colaborara hacia una transición energética más rápida. Cada vez que usamos electricidad, o nos movemos en algún medio de transporte; somos parte del problema. Aportemos en la mitigación del cambio climático y con ello no sigamos agrandando los problemas de falta y excesos de agua que vivimos cada día.
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