La hepatitis viral es una inflamación del hígado causada por alguno de los cinco virus principales de la hepatitis, denominados como tipos A, B, C, D y E. Los virus A y E frecuentemente tienen una corta (aunque intensa) evolución, con posibilidad de brotes y potencial de propagación epidémica. Por otro lado, los tipos B y C suelen generar un daño progresivo en el hígado a lo largo de los años, constituyendo una causa frecuente de cirrosis y cáncer de hígado. La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha planteado una estrategia para la eliminación de las hepatitis virales al 2030. El objetivo principal es reducir las muertes anuales en un 65% y las nuevas infecciones en un 90% a esa fecha, lo que podría salvar al menos 7,1 millones de personas.
Las hepatitis A y E se transmiten principalmente a través de la vía fecal-oral, destacando también el aumento de transmisión vía sexual en algunos brotes de Hepatitis A previamente. Las medidas de saneamiento han permitido disminuir progresivamente los casos de Hepatitis A en nuestro país. Sin embargo, aún existen casos de pacientes que desarrollan una Hepatitis A con falla en el funcionamiento del hígado. Esta evolución, aunque es infrecuente en nuestro medio, es extremadamente grave y requiere ser tratada mediante un trasplante hepático.
Por otro lado, la Hepatitis B se transmite por vía endovenosa, por vía vertical a través del parto, y por vía sexual. Para lograr los objetivos de la OMS, es fundamental contar con una amplia vacunación contra la Hepatitis B, detectar precozmente a pacientes con infección crónica, pesquisar quienes ya tienen cirrosis y realizar tamizaje de cáncer de hígado en pacientes de riesgo. Es importante destacar que esta infección cuenta con tratamientos antivirales efectivos disponibles en la canasta AUGE/GES.
Se estima una prevalencia de Hepatitis C cercana al 1% a nivel mundial. En Chile, existen alrededor de 35.000 personas infectadas, de las cuales menos de un tercio están diagnosticadas. Este virus se transmite principalmente por exposición a sangre contaminada, incluyendo la vía de transmisión sexual. Cabe destacar que la Hepatitis C es una de las pocas enfermedades que a tres décadas de su descubrimiento cuenta con excelentes métodos diagnósticos y tratamientos curativos. De hecho, estos tratamientos se encuentran actualmente cubiertos por el AUGE/GES y alcanzan una respuesta cercana al 98%. Existen varios desafíos para alcanzar la erradicación en nuestro país, incluyendo el tamizaje universal (especialmente en grupos de mayor riesgo) y la optimización de los sistemas de notificación, derivación y seguimiento.
Finalmente, cabe destacar que las principales medidas para prevenir las hepatitis incluyen evitar el consumo de alimentos crudos o de locales sin condiciones básicas de higiene, procurar el uso de preservativo, realizarse tatuajes solo en locales autorizados, evitar compartir afeitadoras, cepillos de dientes y corta uñas. Asimismo, quienes no tengan inmunidad previa, pueden vacunarse contra la Hepatitis A y B en caso de viajes a áreas de mayor riesgo o exposición laboral, respectivamente.
* Una columna de opinión del Dr. Luis Antonio Díaz, director Asociación Chilena de Hepatología (AChHEP), filial Sociedad Chilena de Gastroenterología.
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