En este artículo no vamos a decirte si es mejor que tus hijos hagan esto o lo otro. La elección de las actividades extraescolares no solo dependen de lo que nuestros hijos necesiten o nosotros creamos que necesitan, sino de sus propias preferencias e inclinaciones naturales.
Como veremos, para un niño sin problemas académicos pueden ser muy adecuadas actividades tan dispares como hacer judo o aprender a tocar un instrumento musical, mientras que para quienes tienen dificultades de aprendizaje quizá sea prioritario matricularlos en una academia o ponerlos en casa a estudiar con GoStudent.
Calidad mejor que cantidad
Un error muy común es ocuparse de que nuestros hijos tengan siempre algo que hacer a diario tras salir del colegio. Y tampoco se trata de eso: los resultados suelen ser mejores si las actividades se realizan en días alternos y cuando no les ocupan más de una hora diaria. ¿Y cuál es el criterio de calidad? Adaptar las actividades a las inclinaciones y habilidades del niño.
¿Y si mi hijo precisa ayuda académica extraescolar?
Tampoco hay excepción cuando lo que el niño precisa es apoyo académico extra: en este caso también es preferible la calidad a la cantidad. Fijémonos, por tanto, en la cualificación del profesorado y no nos centremos tanto en el número de horas de clase que recibe semanalmente. Adicionalmente, será la tipología del niño la que nos dé pistas para decidir si lo inscribimos en una academia o es preferible que sea asistido por un profesor particular.
¿Mejor deporte o actividades culturales?
Ni lo uno, ni lo otro: de poco servirá obligar a hacer deporte a quienes no sienten inclinación natural por el mismo. Igualmente, un niño activo al que le gusta el baloncesto no responderá positivamente si decidimos que le conviene aprender a tocar el piano o integrarse en un grupo de teatro.
Analicemos a nuestros hijos, descubramos qué actividades son las que les motivan más y conseguiremos que las tareas extraescolares sean una ayuda emocional y un tiempo de desconexión para ellos.
Cómo conseguir que las actividades extraescolares se conviertan en ratos de ocio o relajación
Los adultos solemos quejarnos de que nuestras jornadas laborales son excesivamente extensas y de que no tenemos tiempo libre. Pero no solemos reparar en cómo los alumnos salen de su casa a las 8 de la mañana y regresan a casa varias horas después, tras haber sido sometidos a un esfuerzo lectivo continuado y cansino.
Los tiempos de relajación y desconexión son imprescindibles para evitar situaciones de estrés y ansiedad en los críos. Por lo tanto, si la actividad extraescolar es acorde con los gustos del alumno y le satisface hacerla, su realización equivaldrá a un tiempo de ocio y relajación.
Por el contrario, si lo obligamos a realizar actividades culturales o deportivas que le suponen un esfuerzo excesivo o le desagradan, lo único que conseguiremos será saturarlo y que, muy probablemente, termine generando rechazo de por vida a esas actividades concretas.
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