Como cada año, la Organización Mundial de la Salud (OMS) y UNICEF celebra la Semana de la Lactancia, con el propósito de difundir y promover políticas públicas para motivar la lactancia bajo el lema “Proteger la lactancia materna: una responsabilidad compartida”.
Este año, la Alianza Mundial por la Acción sobre Lactancia Materna (WABA en inglés) ha centrado su lucha para fomentar la lactancia materna. Para Dannya Macía y Alejandra Espinosa, docentes de la carrera de Nutrición y Dietética UC, “es de vital importancia centrar los esfuerzos en la interacción entre las comunidades y organizaciones con el objetivo de empoderar a las madres a lograr una lactancia materna exitosa. Esto se logra a través de espacios de conversación abiertos acerca de la lactancia además de la pronta entrega información a aquellas mujeres que deseen lactar, siempre entregando apoyo, seguridad y lo más importante, evitar juicios que influyan en la decisión de amamantar por periodos prolongados”.
La académica Dannya Macía destacó el trabajo que realizan los Grupos de Apoyo a la Lactancia Materna (GALM) en cuanto al fomento de la lactancia desde la gestación y la contención que proporcionan a las mujeres durante esta etapa, aún más cuando la Pandemia del Covd-19 todavía nos afecta.
Actualmente, especialistas de la salud y la psicología valoran la lactancia en el desarrollo integral de todo niño, destacando su función fortalecedora del sistema inmunológico. La leche materna protege a los niños de presentar infecciones gatrointestinales, otitis media (50% menos con leche materna al menos 3 meses), 72% de menor riesgo de hospitalización por infecciones respiratorias en el primer año de vida cuando el niño es alimentado al menos 4 meses. Disminuye también el riesgo de asma y dermatitis atópica, además de un 36% el riesgo de muerte súbita para el lactante.
La recomendación de la OMS, Sociedad Americana de Pediatría, y MINSAL, es que la leche materna sea el único alimento hasta los 6 meses, para luego complementarla con alimentación hasta que el niño y la madre lo deseen.
Para Dannya Macía, “los protocolos de separación madre-hijo instalados originalmente por Covid-19, precisamente interrumpieron la lactancia y generaron dificultades posteriores. Es aquí donde el apoyo comunitario a través de un GALM cumple un papel fundamental en devolver a esa mujer la experiencia de lactar en tribu como ocurría antiguamente y apoyar a aquellas personas que lo necesiten”.
Macía asegura que, además, existe evidencia que demuestra que la presencia de una persona significativa para la mujer, ya sea su pareja, madre o una amiga/o, influye de forma positiva en lograr una lactancia materna exitosa. En este sentido, “la autopercepción de las madres sobre su capacidad para amamantar está influenciado por la experiencia previa de la madre, el aprendizaje por observación, su estado fisiológico y afectivo, y la persuasión verbal. La autoeficacia es un factor modificable y lo interesante de esto es que puede predecir la duración y la exclusividad de la lactancia, por ende la importancia de un entorno social favorable para la lactancia”.
En opinión de Alejandra Espinosa, docente de la misma carrera, “afortunadamente, en Chile tenemos leyes que protegen la lactancia, como respetar el Código Internacional de Comercialización de Sucedáneos de la Leche Materna en todos los niveles, la licencia post natal, la ley que reconoce la lactancia materna como un derecho sancionando a quienes impiden su libre ejercicio, son iniciativas que sin duda actúan como parte de la responsabilidad social que tenemos con la lactancia”.
Las académicas concluyen que en la medida que conocemos los beneficios a largo plazo que tiene el entregar leche materna a un niño o una niña, entendemos de forma más profunda la importancia de proteger la lactancia materna considerando el gran impacto poblacional.
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