Dolor en el oído izquierdo, convulsiones extrañas a un costado de la cara, dificultad para masticar o tomar un vaso de agua y lagrimeo en un ojo. Esos fueron los primeros síntomas que, en un principio pueden parecer insignificantes, pero al no poder cerrar los ojos al mismo tiempo o tener dificultad para soplar, silbar o sonreír eran indicios de que algo raro estaba pasando.
Los seres humanos nos obsesionamos por tener la vida bajo control y cuando ni siquiera puedes controlar los movimientos de tu propio cuerpo la sensación de desesperación va en aumento.
Correr a la urgencia fue la decisión casi sin opción. A medida que pasan los minutos va aumentando el lagrimeo en el ojo y, sobre todo, tu forma de hablar cambia porque las comisuras de tus labios se van cayendo.
Me pareció que el diagnóstico era claro y ya en el box de atención, después de exámenes físicos a los que respondí bien, la conclusión era clara.
_¡Usted sufrió una parálisis facial de Bell! ¡Es algo leve, pero puede que demore en recuperarse!_ me dice el médico.
_¿Pero cómo es posible que no tenga daño neurológico?_ le pregunto.
_¡Las parálisis faciales no siempre se dan por algo neurológico, lo suyo es viral!_ me responde y me añade después. _Esto es más frecuente de lo que usted se imagina. Hay casos en que les ha pasado a niños y jóvenes. No es un tema de la edad… Sólo le tocó a usted. Se sacó el premiado _ me dice el médico y me manda a mi casa a tratar el virus con una serie de pastillas que deben tomarse en horarios específicos.
Herpes Zóster fue lo que gatilló la parálisis facial.
¿Qué es eso? Busco en sitio web “gringo” y dice: “Es una infección localizada, producida por el virus de la varicela zoster, el mismo que provoca la varicela. El herpes ocurre sólo en personas que ya hayan padecido varicela y corresponde a una reactivación del virus latente de dicha enfermedad. Se desconoce por qué el virus se reactiva en ciertos individuos y en otros no”.
Caigo en cuenta que a los cuatro años padecí de “peste cristal”, o sea, varicela. Parte de lo vivido en mi infancia me afectó para decirme que ya tan joven no soy.
El doctor tenía razón, realmente me saqué el premiado.
Lucy es originaria de Lanco, en la Región de Los Ríos, pero desde la muerte de su esposo hace unos años vive en la Región de Valparaíso, cerca de su hija, yerno y nietos.
Ella también vivió un episodio donde sintió que parte de su cara “se cayó”, principalmente ojo y labio.
Inició un tratamiento kinésico, pero además le recomendaron una herramienta que a la larga le dio buenos resultados.
_¡Hágase masajes con la piedra de la vaca, eso la va a ayudar Lucy _ le dijo un vecino.
_¿Qué es eso?_ se preguntó incrédula. _¡Es un cálculo de vaca que ayuda a recuperarse de las parálisis faciales _ le respondieron.
Con algo de escepticismo se compró la piedra y se la llevó a su casa. Le dijeron que tenía que masajear la zona afectada con la piedra, no antes de sanitizarla a baño maría y, le enfatizaron: ¡hágalo con harta fe!
Al desempaquetar la caja, vio que el mentado cálculo de vaca parecía una piedra, más o menos del porte de una pelota de tenis y con una superficie lisa en algunos lados y con diminutos pelos en otra.
Los que conocen a Lucy saben lo de su perseverancia y buena actitud con la vida. Hizo caso omiso al asco inicial y comenzó su terapia con dedicación. Usaba la piedra varias veces al día, mirándose al espejo, viendo televisión o en la cama previo a dormir.
En poco más de un mes esta sureña logró reponerse y quedó sin secuelas de su parálisis. Hasta el médico se sorprendió y la felicitó por su rápida recuperación.
_¡Quedaste como para salir a buscar un novio Lucy _ bromeó el médico.
La familia de Lucy se enteró de mi parálisis facial. Ellos me hablaron de la piedra de la vaca. Empecé a buscar por internet y encontré innumerables testimonios de personas a lo largo de América Latina que la usaron y con resultados positivos.
Mis amigos me enviaron por encomienda la piedra y la sumé a mis ejercicios faciales que realicé en mi terapia.
Le hablé al kinesiólogo sobre la piedra y se río divertido, pero lejos de desanimarme me dijo que la usara y que había escuchado que antiguos yerbateros la usaban para curar las parálisis faciales.
El tema ya rayaba en la brujería, pero está más alejado de ello de lo que parece.
Leyendo el modo de uso de la piedra aclaran que no existen estudios científicos sobre la efectividad de este producto y que tanto sus propiedades como sus efectos, así como también su modo de uso, son extraídos de la experiencia de otras personas que la han utilizado con efectos positivos en la recuperación de parálisis faciales.
La utilización de esta piedra para tratamiento de parálisis facial y otras patologías relacionadas, es un complemento a otras técnicas de la medicina tradicional, tal como la fisioterapia o la kinesiología, y otras de la medicina complementaria como la acupuntura.
Para usarla se debe sanitizar a baño maría y posteriormente hay que masajear diariamente por unos 10 a 15 minutos las zonas afectadas del rostro como mejillas, cuello, frente, pómulo etc.)
El masaje debe ser en el sentido contrario a la dirección de la parálisis, por ejemplo, si parte de sus labios quedaron hacia abajo, masajee con la piedra hacia arriba.
Una característica de la piedra de la vaca es que contiene pequeños pelitos en la superficie, por lo que se recomienda no sacarlos, ya que ayudan en la activación nerviosa de la zona afectada. Los pelos se caerán con el uso, hasta transformarse en una piedra lisa.
Otra recomendación es no calentar la piedra directamente en agua, hornos u otros aparatos, ya que podría perder sus propiedades.
En el pasado no era muy fácil obtener la piedra de la vaca, por lo que los yerbateros y “meicas” iban a los mataderos de animales a preguntar si tenían estos cálculos biliares. A veces los obtenían totalmente gratis y los vendían y regalaban a los pacientes con parálisis facial.
Actualmente la piedra de la vaca se puede encargar hasta por internet con tiendas de medicina alternativas o esotéricas.
En lo personal puedo decir que los ejercicios faciales me hicieron mucho bien para afrontar mi parálisis facial y que el masaje con la piedra me provocaba gran alivio, sobre todo con el calor tras el baño maría.
En un mundo donde el estrés y las tensiones musculares son más frecuentes de lo que parece dentro del ámbito laboral, una herramienta alternativa y natural para superar molestias son más que bienvenidas. Pero lo más importante, si va a usar la piedra de la vaca úsela con fe.
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