Cuatro terremotos mortíferos ha vivido el sur de Chile y precisamente en la ciudad de Valdivia. Muchos hablan del cataclismo del 22 de mayo de 1960, pues aún hay sureños que lo tienen en la memoria y porque además marcó una nueva clasificación destructiva para la ciencia: 9.5 grados de la Escala Richter.
El sur de Chile ha sabido levantarse de este tipo de cataclismos. El primero registrado fue el del 16 de diciembre de 1575, lo siguió el del 24 de diciembre de 1737, el del 25 de enero de 1835 aunque afectó mucho más a Concepción, el del 7 de noviembre de 1837 y el de 1960.
Este 7 de noviembre se cumplen 184 años del cataclismo de 1837 que alcanzó los 8,5 grados Richter y es el predecesor del gran terremoto de 1960, pero no por ello menos importante.
HASTA LA POLINESIA
Eran las 7 de la mañana del 7 de noviembre de 1837 cuando una ruptura tectónica se desató a 80 kms. bajo los pies de los valdivianos (en el paralelo 39) y que abarcó toda la zona centro sur y una hora más tarde se produjo otro movimiento oscilante que provocó un maremoto en las zonas costeras del océano Pacífico. Lo curioso es que este terremoto también produjo un maremoto que afectó la isla de Hawaii y mató a 58 personas, a Samoa y el archipiélago de Tuamotu en la Polinesia francesa de aquellos años. Asimismo hay antecedentes de que en ese 1837, en Japón, el tsunami inundó los campos de arroz, destruyó las trampas de salmón e irrumpió en estanques de evaporación de sal, lo que provocó importantes pérdidas económicas.
En Chile el terremoto se sintió en Concepción (que aún no se recuperaba del terremoto de 1835), Valdivia y Ancud, pero también fue sentido por barcos balleneros que maniobraron en la isla Guafo y el archipiélago de Chonos.
En varias localidades costeras el suelo se elevó como resultado del terremoto y décadas más tarde, mientras el marino Francisco Vidal Gormaz inspeccionaba las costas del sur de Chile, reunió testimonios de islas que habían sido sumergidas y algunas que habían emergido como consecuencia del terremoto del 7 de noviembre de 1837.
RELATOS
Según el sitio de recopilación histórica de Valdivia https://historiadevaldivia-chile.blogspot.com de Julio Avendaño, uno de los testimonios de la época que contaron acerca el terremoto fue el de Manuel Bulnes que en 1837 era Intendente de Concepción. El que posteriormente sería Presidente de Chile entre 1841 y 1851 escribió una carta al Ministro del Interior, comentando que había compartido correspondencia con el Intendente de Valdivia Isidro Vergara y que éste le había comentado de la intensidad del movimiento, tanto que las personas no podían mantenerse en pie.
Isidro Vergara relata en una carta a Bulnes publicada en el periódico El Araucano el 8 de noviembre de 1837 que “las dos únicas iglesias que había en este pueblo y todos los edificios fiscales se han arruinado completamente; y si no les han cabido igual suerte a las demás casas de esta población ha contribuido sin duda la circunstancia de ser ellas de madera” y añade que ninguna persona falleció después del terremoto.
El desastre también provocó que se cayeran las últimas edificaciones del periodo colonial en Valdivia, pues hay que recordar que recién en 1820 la ciudad pasó a ser parte de la naciente República de Chile, mientras que Osorno lo hizo en 1821 y Ancud en 1826.
Otro personaje conocido que vivió este terremoto fue el naturalista francés Claudio Gay que vivió con su esposa en Valdivia entre 1834 a 1836. El científico relató en una carta que envió a Francois Arago, secretario de la Academia de Ciencias de París que el terremoto que ya había vivido en 1835 y cuyo epicentro fue Concepción, había sido superado en intensidad en comparación con el terremoto de 1837 en Valdivia, pero que las pérdidas habían sido “considerablemente menores”.
Claudio Gay escribe: “Las casas de Valdivia, Osorno, San Carlos (Ancud), etc., quedaron más o menos deterioradas, pero no destruidas, debieron su salvación a la flexibilidad de la madera de que están construidas y a su poca altura, pero las iglesias, hospitales, cuarteles y otros edificios fiscales, edificados en piedra, quedaron enteramente derribados y destruidos”.
En la carta, Gay añade que en Chiloé el mar estuvo agitado, pero que no pudo entrar a causa de unos “acantilados que bordean la ciudad de San Carlos”. El científico dijo que de acuerdo a lo que le comentaron testigos, fueron tres flujos que entraban con fuerza, pero que no dañaron a la ciudad chilota, aunque sí las aguas abarcaron leguas en la playa y se abrieron grietas de 300 pies de largo por 50 de ancho.
Posteriormente, 123 años después, otro terremoto volvería a golpear toda la zona sur, esta vez con el del 22 de mayo de 1960, el peor cataclismo del que se tenga registro en la historia mundial. ¿El epicentro? Nuevamente cerca del paralelo 39, en Valdivia, pero esa ya es otra historia.
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