A mediados del siglo XVIII la influencia de la ciudad Valdivia se había consolidado, sin embargo la corona española aún no podía penetrar en las zonas conocidas como Los Llanos que comprendía el río Bueno y los lagos Puyehue y Rupanco. Existía la ambición de los colonos españoles o hispanocriollos de expandirse hacia dichas tierras y adquirir las del Futahuillimapu, la tierra de los huilliches. La zona del río Bueno era clave para el Reino de Chile en el sur para desarrollarse ennlo agrícola y ganadero.
Los proyectos españoles eran ambiciosos, unir a Valdivia con Chiloé a través del Camino Real, levantar un asentamiento en el río Bueno -fuerte o misión-, o refundar la destruida ciudad de Osorno, que no estaba habitada desde la gran revuelta de Pelantaru a comienzos del siglo XVII.
Pero ya había habido antecedentes beligerantes en la zona del río Bueno, pues en 1654 se produjo la Primera Batalla de Río Bueno entre las tropas españolas y la alianza de los cuncos y huilliches y 1759 ocurrió la Segunda Batalla en la misma zona.
El Reino de Chile trataba en aquellos años al Futahuillimapu como un país más al que tenía que pedir permiso para ingresar. No obstante el constante devenir de tropas españolas en el territorio, la presencia de jesuitas y después franciscanos y los abusos fueron haciendo las relaciones muy tirantes.
La introducción de los españoles fue primero pacífica, fomentada por el mestizaje y la compra de tierras a los huilliches, los que después quedaban en calidad de servidores de los nuevos dueños, pero pronto vendrían las acciones armadas.
En 1782 se produjeron combates donde las tropas de los lonkos Queipul, Trueque, Tangol y Guechañir fueron derrotadas y al final se firmó un tratado de paz. Posteriormente a los combates se produce una retirada transitoria de las tropas española de la zona, pero en 1787 son creadas dos nuevas misiones en Daglipulli y Cudico, las que cumplirán un importante papel como intermediarias entre los indígenas y las autoridades coloniales, tendientes a conseguir la comunicación terrestre entre Valdivia y Chiloé y el redescubrimiento de las ruinas de la antigua ciudad de Osorno
EL INDIO FELIPE
Según antecedentes del historiador Diego Barros Arana fue un indígena llamado Felipe Bauzá el que animó a los huilliches contra los españoles, pues habría obtenido una carta del gobernador de Valdivia, dirigida al jefe de la misión de Río Bueno, la que revelaba que el propósito de la misión era "adormecer a los indios en la confianza de la paz, dar muerte a sus guerreros y así reducir más fácilmente a los pueblos a la esclavitud".
Así se conforma una alianza entre los caciques Tangol de río Bueno, Queipul y Catrihuala, quienes inician una rebelión cuyo objetivo es destruir las haciendas, las misiones y asaltar Valdivia.
Un 23 de septiembre de 1792 se produjo el alzamiento huilliche con una serie de asaltos a las casas de colonos del río Bueno y del lago Ranco a quienes robaron sus animales, mientras que la misión fue también asaltada y los frailes franciscanos fueron asesinados, entre ellos al conversor de los indígenas fray Antonio Cuzco que, tras esconderse, a la mañana siguiente intentó parlamentar con los alzados, pero una multitud de conas lo atravesaron con sus cuchillos y arrojaron su cadáver al río Bueno. Se cuenta que los lonkos Queipul y Tangol desaprobaron ese crimen entre sus huestes, pues sólo querían amedrentar a Cuzco, pero no quitarle la vida.
Los misioneros de Daglipulli y Cudico alcanzaron a huir, tras ser avisados opotunamente.
Los antecedentes hablan de 10 españoles muertos y varios más que alcanzaron a huir a Valdivia.
FIGUEROA, LA VENGANZA
En Valdivia el gobernador Lucas de Molina tomó la decisión de enviar un destacamento militar a la zona del río Bueno para dominar a los sublevados y puso al mando a un oficial implacable, el capitán Tomás de Figueroa, el mismo que en 1811 provocó el fallido Motín de Figueroa en pleno proceso independentista.
El 3 de octubre de 1792 parte Figueroa con 104 hombres para efectuar la acción punitiva. Según el libro “Nueva historia de Valdivia” del padre Gabriel Guarda, Figueroa llegó a Los Llanos y un grupo de huilliches se presentó como amigos ante los milicianos, sin embargo fueron apresados y se mandó a ejecutar al lonko Manquepán, a sus dos hijos y a 17 de sus hombres por creer que querían engañarlos. Antes de ejecutarlos se les pidió el bautismo cristiano, pero los 20 hombres lo rechazaron antes de morir.
La columna de milicianos siguió su avance y cruzaron el río Bueno, pero su andar fue lento, producto de las fuertes lluvias, obstáculos puestos en su camino y pequeñas emboscadas de los huilliches.
Figueroa llegó a las ruinas de Osorno el 22 de noviembre y la refundó para posteriormente levantar un fuerte el que sería el Fuerte Reina Luisa, y siguió teniendo encontrones armados con huilliches rebeldes hasta que regresó a Valdivia el 14 de enero de 1793.
EL TRATADO DE LAS CANOAS
Después de la violenta represión de los españoles el gobernador de Chile Ambrosio Higgins convocó a los lonkos locales en lo que se conoció como el Parlamento del río de Las Canoas, actual río Rahue, en Osorno.
Actualmente para los huilliches dicho parlamento tiene una importancia histórica, pues el tratado firmado al final de la reunión permitió a los españoles restablecer la ciudad de Osorno y asegurar los derechos de tránsito entre Valdivia y los asentamientos peninsulares españoles próximos al Archipiélago de Chiloé, en especial con Carelmapu y su fuerte.
Antes existieron otros parlamentos con los cacicatos de Cudico, Daglipulli y Quilacahuín que, aunque contenían algunos acuerdos específicos, fueron considerados preparatorios de este Parlamento General de Las Canoas por las autoridades coloniales de Valdivia, de modo que también asistieron los caciques de estas juntas precedentes.
En el Tratado de Paz de las Canoas se adoptaron tres grandes acuerdos: la cesión del espacio territorial comprendido desde la confluencia de los ríos Rahue -llamado entonces de Las Canoas- y Damas hasta la cordillera andina para la refundación de Osorno y el asentamiento de colonos españoles; la sujeción política y judicial de los caciques huilliches a la autoridad colonial española y colaboración armada ante cualquier amenaza de los enemigos de la corona y en requerimientos de necesidades de subsistencia de los militares y colonos españoles destinados, y la integración como fieles católicos mediante la aceptación del establecimiento de misiones, obediencia a los misioneros y cumplimiento de los sacramentos de bautismo y matrimonio, así como de la instrucción cristiana.
Una característica fundamental de esta relación soberana feudal consistió en que las autoridades coloniales, considerándolos vasallos, mantuvieron el derecho de los cacicatos huilliche a gobernarse autónomamente. Los cacicatos durante estos años finales de la colonia fueron entendidos como una estructura de gobierno y representación huilliche, subordinada políticamente a la soberanía de la administración colonial española, con facultades políticas para resolver diversos asuntos internos y de relación política con las autoridades coloniales locales, como la compraventa de tierras, la administración de justicia, la integración en la vida religiosa católica, etc.
Este tratado constituye hasta ahora, un hito histórico para las comunidades de todo el Futahuillimapu, en tanto representa el acuerdo entre dos autoridades legítimamente constituidas que establecieron una forma de relación basada en un tratado. Por esta razón las comunidades huilliches de la actual provincia del Ranco y de la provincia de Osorno siguen recordándolo cada año y reclaman aún su vigencia.
EXPANSIÓN
Paralelamente a la firma de este tratado, a partir del año 1795 comienza a establecerse la propiedad hacendal, y ya al finalizar la colonia, los vecinos españoles de Valdivia se han apropiado de la totalidad de los llanos existentes al norte del río Bueno.
En esa época comienza la expansión hacia el sector del río Calle Calle y también, San José de la Mariquina, al norte de Valdivia. Posteriormente, al sur del río Bueno se establecen las haciendas de El Pilar, Cateu, Quilacahuin, El Roble, Bella Vista, Curaco, Conta y Chan Chan. Hacia fines de la colonia se conservan en manos huilliches pequeñas propiedades en El Llano y gran parte del territorio de la costa, específicamente el gran espacio geográfico que se extiende entre los ríos Rahue y Negro por el Este, el Hueyusca por el Sur, el río Bueno por el Norte, y el mar por el poniente.
Este proceso de adquisición de tierras indígenas previo a la independencia de Chile, marca la diferencia en la historia de la propiedad en el territorio huilliche respecto a la zona de la Araucanía.
Más adelante, con el auge de la colonización alemana muchos de esos territorios fueron adquiridos por los nuevos colonos o hacendados chilenos, proceso que comenzó a fines del siglo XIX y se consolidó en los 10 primeros años del siglo XX.
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