Recientemente se conmemoró el Día de la Salud Mental, instancia que nos invita a reflexionar acerca de ¿qué tan relevante es para nosotros este aspecto de la salud?, ¿cuál es el estado actual de la salud mental en Chile y en el mundo?, ¿son más frecuentes los trastornos mentales en Chile en comparación con otros países?, ¿de los pacientes con patología mental, cuántos reciben tratamiento y si el recibido es el adecuado con base a los actuales estándares?, ¿cuál ha sido la evolución en el tiempo del estigma de los pacientes psiquiátricos?. Sin duda podríamos plantearnos muchísimas más preguntas en relación a la Salud Mental, pero estas son las fundamentales a la hora de analizar la situación actual.
Chile figura entre los países con mayor carga de patología psiquiátricas (23,2%) en el mundo. La depresión mayor y los trastornos por consumo excesivo de alcohol ocupan el primer y segundo lugar respectivamente de las discapacidades atribuidas entre adultos en Chile. Asimismo, casi un tercio de la población mayor de 15 años ha sufrido un trastorno psiquiátrico a lo largo de su vida. Los trastornos de ansiedad son los más prevalentes, seguidos por depresión mayor y trastornos por consumo de alcohol. Solo el 38,5% de quienes han sido diagnosticados recibe algún tipo de atención de salud mental, ya sea de un especialista o un médico de atención primaria.
Lo cierto es que la presencia de trastornos mentales a largo plazo se ha asociado con una importante disminución en la calidad de vida, problemas de salud física y una alta tasa de mortalidad prematura. A modo de ejemplo, la depresión y esquizofrenia aumentan entre 40 a 60% la probabilidad de sufrir una muerte prematura por suicidio o problemas de salud física, tales como cáncer, enfermedades cardio-vasculares, diabetes o infección por VIH.
Por su parte, los trastornos depresivos son la segunda causa de pérdida de años de vida saludables por vivir con discapacidad o por muerte prematura (AVISA) en la población chilena. En este sentido, cabe mencionar que las condiciones neuropsiquiátricas corresponden a casi un cuarto del total de años de vida saludables perdidos por vivir con discapacidad o por muerte prematura (AVISA) en Chile, y diversas investigaciones han demostrado que el tratamiento mental puede ser costo-efectivo. Sin embargo, si se compara con países de ingresos similares, Chile presenta un importante déficit en el financiamiento de la salud mental.
El estigma social existente en relación a los trastornos mentales deriva en un menor acceso de los pacientes a la atención de salud mental, menor adherencia al tratamiento, mayor discapacidad por no recibir tratamiento y discriminación. Lo anterior genera un factor de estrés adicional a estos pacientes que ya se encuentran en una situación vulnerable.
En los últimos años en Chile, ha disminuido el estigma social del paciente que padece de algún trastorno mental, sin embargo y como es evidente, aún nos queda mucho por avanzar en esta tarea. Para lograrlo es vital en primer lugar una mayor y mejor educación en el ámbito de la salud en nuestra población para efectos de que este tipo de trastornos sean aceptados socialmente y con ello favorecer el acceso generalizado y eficaz a tratamientos adecuados y que perduren en el tiempo. En la medida que los diversos diagnóstico mentales y socio emocionales se analicen y eduquen en el hogar, en los lugares de estudio y trabajo, por los medios de comunicación, y sean considerados en las políticas públicas, académicas y laborales, estaremos en condiciones de implementar medidas de atención temprana, mejorando la calidad de vida de las personas y evitando muertes.
**Una columna de opinión del Dr. Matías Amenábar, psiquiatra miembro de la Agrupación de Médicos de Cínica INDISA (AMCI).
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