Por Soledad Ojeda
Miedo, angustia, incertidumbre y esperanza son algunas de las emociones que sintieron Paola, Graciela y Adela. Tres mujeres que vivieron el cáncer de mama, enfermedad que cada año afecta a más de 5.000 chilenas y donde la detección precoz junto al tratamiento oportuno, son claves para el éxito del tratamiento.
A diferencia de otros tipos de cáncer, en el de mama existe el examen de mamografía que permite detectarlo en sus fases iniciales.
“El momento del diagnóstico fue para mí muy devastador, me sentí muy asustada, no sabía si había metástasis o no”, relata la tecnóloga médica, Paola Rebolledo (49), en conversación con Grupo DiarioSur.
Recuerda que en ese tiempo había comenzado la pandemia de covid-19 y se atendía en el Hospital de Puerto Montt, recinto donde realizó su tratamiento que incluyó operación y quimioterapia.
Paola, al igual que miles de mujeres en todo el mundo, enfrentó el cáncer de mama cuando hospitales y recintos de salud estaban colapsados por covid-19.
Según datos de la Universidad de los Andes, durante la pandemia, los exámenes de diagnóstico, es decir, mamografías y ecografías mamarias, disminuyeron en un 61% a nivel nacional.
En su caso, explica que la detección del tumor se logró tras su chequeo de rutina.
“En diciembre de 2019 comenzó el dolor en la mama izquierda, una sensación de quemadura pequeña y no se palpaba nada”, detalla.
Pero tras una mamografía y una ecografía no se detectaron anomalías, por lo que fue citada para control en julio del 2020.
Sin embargo, antes de que esa fecha llegara, comenzó con más molestias, así que en mayo de 2020 fue de nuevo al especialista y en esa ocasión sí palparon la masa, pero en la otra mama, la derecha.
Paola relata que el médico le pidió nuevos exámenes, que se miden bajo la clasificación BIRADS entre 0 al 5, y que en su caso salió 5, lo que significa que hay más del 95% de probabilidad de malignidad en el tumor y se requiere biopsia.
“Así se confirmó que tenía cáncer, el más terrible de todos, no hormonal, sino un tumor de tipo triple negativo”, explica la tecnóloga médica. Según Medical News Today, este tipo de cáncer de mama se caracteriza por ser más agresivo porque ”puede extenderse más rápidamente y reaparecer con más frecuencia".
Por eso, aunque Paola terminó su tratamiento el año pasado, debe continuar en permanente chequeo.
“Me hicieron exámenes adicionales como cintigrama y TAC (escáner) para ver si se había dispersado a otros sitios y eso se debe ir evaluando siempre, hasta el día de hoy”, puntualiza.
“También me hice exámenes genéticos y mucha preparación para las quimioterapias. Todo esto fue un proceso muy devastador , estábamos en pandemia, lejos de la familia y el problema era contarle a mi hija de nueve años, que tiene autismo. En ese periodo fue difícil poder acompañarla”, asegura Paola.
Tras lo vivido, Paola pone énfasis en “mantener los controles al día".
"Aunque uno no tenga molestias hay que hacerlos igual, insistir también en pedir los resultados, pedir hora. Tenemos que aprender a cuidarnos”, sostiene.
Para la periodista chilota, Graciela Ojeda (50), enfrentar el diagnóstico en 2014 fue muy complejo y la encontró de imprevisto.
“Yo no me controlaba, nunca antes me había hecho una mamografía , no me parecía necesario, nunca iba a control médico, nada", reconoce en conversación con Grupo DiarioSur.
"Pero un día, cuando ya iba a dormir, sentí que había algo en la mama izquierda, en el lado externo y empecé a tocar, a palpar y tenía una pelota. Me asusté y en el consultorio me pidieron la mamografía, después me derivaron al hospital y la biopsia”, relata Graciela.
La periodista se tomó un momento de reflexión cuando recibió los resultados.
“Sólo pensé en que si había sido feliz en mi vida y la respuesta fue sí , lo que me hizo sentir tranquilidad”, asegura.
"En la primera consulta con el oncólogo, le pregunté qué posibilidad de fallecer tenía y me dijo que en cáncer de mama el pronóstico era cercano a un 25%. Una de cada 4 puede morir, así que bueno, lo enfrenté con buen ánimo y sicológicamente preparada”, detalla Graciela.
En su caso, a la complicación de la enfermedad, se sumó tener que viajar constantemente desde Quellón (Chiloé) al Hospital de Puerto Montt para poder acceder a sus quimioterapias.
“Fue una etapa difícil y en Chiloé no había posibilidad de hacerlo, te derivan, pero nos organizamos y pude quedarme allá en cada ciclo de quimio", comenta la comunicadora.
"Para la otra etapa de radioterapia, que se realiza en el Hospital De Valdivia, también tuve el apoyo de mi prima, que me acogió en su hogar durante ese proceso”, agrega.
Desde esos tiempos, han pasado varios años, aunque Graciela continúa con sus controles anuales. Su tratamiento duró más de un año -entre operación, quimioterapia y radioterapia- y terminó en el verano de 2016.
Graciela ya cuenta seis años de sobrevida y por su experiencia sabe que la pesquisa precoz es esencial.
“Hay que realizarse el autoexamen, palparse desde las axilas hasta toda la mama en forma frecuente y obviamente acudir en forma anual al médico, no hay que descuidarse ni pensar que a uno no le va a tocar, porque puede darse en cualquier persona”, enfatiza.
Diferente fue el caso de la trabajadora independiente y jefa de hogar, Adela Letelier (60), quien mantenía una rutina de chequeo cuando recibió la noticia.
“Yo acudía a control en el Cesfam acá en Valdivia y mi mamografía me la hacía en atención particular todos los años, como rutina, porque sabía que había que cuidarse", relata Adela en conversación con Grupo DiarioSur.
Fue así como “apareció algo raro”, por lo que le hicieron una ecografía. "De ahí derecho al Hospital Base por sospecha de cáncer. Me hicieron la biopsia y se confirmó el diagnóstico, en mayo de 2018”, detalla.
Adela recuerda lo primero que le preguntó al especialista tras conocer el resultado de los exámenes: “Doctor, ¿cuánto me queda?".
“Él me respondió que estábamos muy a tiempo. Como todos los años realizaba mis chequeos, me dijo que lo encontramos en etapa temprana, era un cáncer no tan agresivo (hormonal) y me iban a operar”, agrega Adela.
La valdiviana cuenta que ante el diagnóstico, el comité oncológico decidió aplicar en su caso un tratamiento de radioterapia , sin quimioterapia.
En el caso de Adela, una de las mayores dificultades que enfrentó no fue un diagnóstico atrasado o un cáncer agresivo, sino que asumir su enfermedad.
“Las personas al saber que tienes cáncer te miran con pena, con lástima. Incluso te buscan para despedirse", enfatiza.
"Y uno se enfrenta a la posibilidad de morir, que si bien es un proceso normal, cuesta entender que esa posibilidad también existe en el día a día”, puntualiza.
La mamografía es un examen de rayos X que permite detectar el cáncer de mama, antes que el tumor se pueda palpar.
Según explica la doctora Tabina Manque, es recomendable que se pueda efectuar a partir de los 40 años.
"Además del autoexamen que es súper necesario porque ayuda a conocer nuestras mamas, esto se puede hacer cada mes en casa y permite detectar también algún síntoma anormal, algún cambio”, explica.
“Hacernos un chequeo anual completo que incluya además la Prueba de Papanicolaou (PAP) que permite detectar el cáncer cérvico uterino. Ambos exámenes están dentro de las prestaciones y se pueden solicitar en el consultorio”, agrega.
"Como mujeres tenemos el derecho y el deber de preocuparnos por nuestra salud y cuidarnos, no podemos postergarnos”, enfatiza Manque.
La especialista recuerda que por ley (N°20.769) existe el derecho a medio día laboral al año para que mujeres mayores de 40 años puedan ausentarse de su jornada de trabajo para realizarse la mamografía y el PAP.
Este derecho es relevante porque uno de los impactos de la pandemia fue la disminución de la cobertura de mamografías.
Según datos del Ministerio de Salud, en la Región de Los Ríos el año 2019 se registraron 43.663 mujeres con mamografía vigente , cifra que bajó a 37.809 el 2020.
En tanto, en la Región de Los Lagos, el 2019 se notificaron 59.615 personas con su mamografía vigente y el 2020, disminuyó a 51.872.
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