Por Vanessa Vidal Salinas
Transcurría mediados de 2019 -el país aún no estallaba en manifestaciones y el covid-19 no existía- cuando Sandra Mansilla decidió buscar un lugar donde instalarse a vivir junto a su esposo y sus cuatro sobrinos.
“Salí a recorrer una tarde y vi que estaba desocupado ese terreno, dije: aquí me quedo, si me llegan a sacar alguna solución me darán”, relata en conversación con Grupo DiarioSur.
El terreno, que se extiende por el camino hacia el balneario Pelluco, corresponde a una antigua línea férrea propiedad de Ferrocarriles del Estado (EFE).
“Se nos juntaba el fin de mes y con mi esposo no teníamos nada, yo estaba a cargo de cuatro sobrinitos que habían quedado abandonados”, explica.
En un principio armaron su casa con frazadas y nylon, pero gracias a los materiales que se desechaban de la construcción de la segunda parte del Mall Paseo Costanera lograron levantar lo que fue su hogar por los siguientes dos años.
A medida que pasaron los meses, se instaló una segunda familia, seguida de una tercera y así fue creciendo la toma del terreno, poco a poco, proceso que se aceleró luego del estallido social.
“Antiguamente había como seis casas, después del estallido hubo un boom”, comenta Valeria Argel, postulante a la reelección por la presidencia de la junta de vecinos de Pelluco.
Según indica Mansilla, lo que le llamó la atención de las personas que llegaron, es que estas nuevas familias decían llegar sin nada, pero a los días siguientes aparecían con vehículos del año.
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