La oscuridad de la madrugada del 12 de septiembre de 1973 fue iluminada por los disparos que iban y venían desde y hacia el retén de Carabineros de Neltume como también por las bombas caseras.
-¡Ríndanse, sólo queremos que nos entreguen sus armas y les respetaremos la vida! –gritó Gregorio José Liendo, más conocido como “Comandante Pepe”.
-¡Los carabineros no se rinden, mierda! –les contestaron desde el interior junto con una ráfaga de fusiles SIG y tiros de carabina.
Al interior del retén cuatro carabineros y algunos de sus familiares se habían refugiado en el edificio construido con madera nativa. Tenían miedo. Creían que los trabajadores del Complejo Maderero y Forestal Panguipulli, los iban a linchar.
Sentían que afuera había al menos entre 60 a 80 almas exigiéndoles que se sumen a la defensa del gobierno de la Unidad Popular o que les entreguen las armas.
En Santiago, en tanto, todo era confusión, luego del Golpe de Estado de las Fuerzas Armadas el día 11. Habían bombardeado el Palacio de La Moneda y anunciaron la muerte del Presidente Salvador Allende que había rechazado huir al extranjero.
El “compañero presidente” prefirió ponerse un casco militar y usar la metralleta que meses atrás le había regalado el jerarca cubano Fidel Castro. Con esa misma arma se quitó la vida, en uno de los episodios más dramáticos de democracia en Chile.
En Neltume, en tanto, José Liendo, fiel a su ideal marxista, quiso pelear, pese a que la resistencia y el llamado a defender el gobierno fue escasamente escuchado. El mazazo había sido grande para los partidarios de Allende.
Según el documental “La guerra preventiva”, realizado por de Agnés Denis y Paco Peña, previo a todo, los trabajadores pusieron rollizos de madera en la cancha de aterrizaje de helicópteros del complejo. Así evitarían que aterrizaran helicópteros de Carabineros o del Ejército, pero después los sacaron por miedo a que los bombardeen.
Fue el comandante Pepe el que ideó al asalto al retén y para ello los trabajadores del complejo reunieron cuatro escopetas de poco alcance y unas bombas caseras. Alguien sumó también los cartuchos de dinamita que usaban en las faenas y así, entre la noche de ese día 11 y la madrugada del día 12 de 1973 se fueron a sitiar el recinto policial.
Fue una noche demencial, de angustia y que desataría una posterior venganza que repercutió más allá de 1973, pese a que no hubo ni muertos ni heridos por ningún lado.
En los años de la Unidad Popular se promovió la reforma agraria y al calor de los acontecimientos políticos surgieron las tomas de fundos por parte de los campesinos, motivados por el Movimiento de Izquierda Revolucionario (MIR) y algunas de sus facciones, entre ellas el Movimiento Campesino Revolucionario (MCR), con una importante presencia en el Complejo Maderero Panguipulli.
En 1970, José Liendo, ex estudiante de Agronomía de la Universidad Austral de Chile de origen puntarenense y militante del MIR, se trasladó a Liquiñe, en Panguipulli, y participó en casi todas las tomas de fundos.
Liendo era un hombre con carisma, generoso, audaz, amigo de sus amigos, y muchos universitarios lo siguieron entusiasmados por su compromiso con las ideas marxistas. Usaba manta de castilla, un sombrero, poblado bigote y un revolver al cinto.
Según el documental “La guerra preventiva”, la idea de las tomas de fundos colindantes a la industria maderera era unirlos para formar un gran complejo con una organización sindical y social sólida.
La primera toma ocurrió el 26 de noviembre de 1970 en el fundo Carranco y ahí surgió la leyenda del “Comandante Pepe”.
Se dice que Liendo en todo momento recalcaba sobre la disciplina para evitar un saqueo masivo y uno de los campesinos se le cuadró y saludó como militar diciéndole “¡a su orden mi comandante!”. Así surgió el mote de Comandante Pepe.
Cuando se consumaba alguna toma se daba aviso a la Gobernación y a carabineros que se hacían presentes de inmediato. Los campesinos no andaban con armas de fuego a la vista, salvo con algunos machetes.
La prensa, sobre todo la santiaguina, forjó una imagen negativa de José Liendo y se hablaba que el Complejo Maderero Panguipulli tenía una escuela de guerrillas, informaciones que nunca se pudieron comprobar al cien por ciento en el contexto posterior al Golpe de Estado. Casi toda la información oficial era controlada por la autoridad imperante y se entregaban bandos militares.
En 2003 el juez Juan Guzmán realizó una recreación de lo acontecido en el retén de Neltume en el marco de sus investigaciones por las violaciones a los derechos humanos durante el gobierno de Augusto Pinochet.
Varias personas que participaron en los hechos dieron sus testimonios al juez que a comienzos de 1970 trabajaba en Panguipulli y conoció a Liendo.
De acuerdo a los testimonios recolectados por el juez Guzmán, a las 2 de la madrugada del 12 de septiembre de 1973 unas 60 a 80 personas iniciaron el ataque en una acción divididas en cuatro o cinco grupos que se desplazaron por distintos sectores.
El retén estaba al mando del Sargento primero Benito Carrasco, acompañado por el cabo Juan Campos y los carabineros René Cáceres y Belisario Navarrete.
Las puertas y ventanas fueron reforzadas con sacos de avena y fardos de pasto y alertaron a sus familiares para que entraran al retén por su seguridad, pues temían que los campesinos o los tomaron como rehenes o los asesinaran.
La preparación se inició a eso de las 10 horas del 11 de septiembre por lo que las horas pasaron llenas de tensión hasta que en la madrugada del día 12 comenzó la balacera.
Los carabineros, mejor armados, abrieron fuego por lo que los obreros no se atrevieron a acercarse más allá de 40 metros del retén. Sus rifles y escopetas tenían poco alcance y además cayó una llovizna en la madrugada que hizo que las bombas molotov y cartuchos de dinamita se apagaran para fortuna de los que estaban parapetados en el retén.
Como era de noche los carabineros sólo veían con los fogonazos de los disparos que iluminaban la oscuridad.
Cuando los uniformados se quedaban sin municiones llegó un refuerzo de carabineros de Choshuenco al mando del capitán Francisco Pereira, acompañado por el cabo Paulino Flores y los carabineros Rufino Rodríguez y Carlos Godoy.
Ya con los primeros rayos de sol el asedio terminó y los obreros huyeron. Posteriormente llegaron dos helicópteros de carabineros a la zona que persiguieron a los atacantes y detuvieron a algunos de ellos, incluido a Gregorio José Liendo, el comandante Pepe.
Hay testimonios encontrados sobre el ataque. Algunos señalan que el retén terminó con varios impactos de bala y otros señalan que fueron más las balas que salían del retén, que las disparadas desde las zonas boscosas.
Tras el ataque sobrevino la represión al interior del Complejo Maderero.
Hay testimonios que indicaron que Liendo no estuvo en el ataque al retén, pues estaba en Liquiñe, pero hay dudas al respecto, pues hubo obreros que aseguraron al juez Juan Guzmán que Liendo estaba ahí dirigiendo todo.
Lo cierto es que lo apresaron junto a su mujer y su hijo en Paimún, cerca de la frontera con Argentina, y fue golpeado sin misericordia.
Liendo y otros obreros que pertenecían al MIR fueron llevados a la cárcel de Isla Teja. Lo interrogaron ahí, después en la prefectura, hasta que los condujeron al Regimiento de Llancahue.
Se comentaba que un helicóptero del Ejército había llegado a Valdivia. Estaba el general Sergio Arellano Stark en ese grupo, él firmó las sentencias de muerte, según testimonio entregado al juez Guzmán por el ex general Héctor Bravo, comandante de la IV División del Ejército en aquellos años.
Un 3 de octubre de 1973 a eso de las 20:30 horas José Liendo fue fusilado, luego de un consejo de guerra dirigido por militares. También fueron fusilados Fernando Krauss, René Barrientos, Pedro Barría, Luis Pezo, Santiago García, Víctor Saavedra, Sergio Bravo, Rudemir Saavedra, Enrique Guzmán, Víctor Rudolph y Luis Valenzuela.
De este grupo Krauss y Barrientos, dirigentes del MIR, fueron fusilados pese a que estaban en Valdivia la noche del enfrentamiento, pues los acusaron de autores intelectuales.
El cuerpo de José Liendo descansa en el Cementerio General de Valdivia, luego que hace unos años fuera exhumado como parte de las investigaciones formales de un hecho que impactó a los valdivianos en el contexto del Golpe de Estado.
El antiguo retén de Neltume posteriormente sucumbió en un incendio el 20 de mayo de 2016. Nunca se aclaró cuáles fueron las circunstancias de este incendio, incluso se dijo que la vieja infraestructura no estaba conectada a la red de electricidad, pues sólo se usaba de bodega.
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