El 24 de noviembre de 1599 la ciudad de Santa María la Blanca de Valdivia ardía por sus cuatro costados, al tiempo que las tropas del toqui Pelantaru entraban a ella con violencia y clamando venganza contra los españoles. En el puerto las familias peninsulares se atropellaban para subir a los galeones y salvar sus vidas. La orgullosa ciudad que Pedro de Valdivia había fundado un 9 de febrero de 1552 había sido destruida.
Desde ese año y entrado los primeros años del siglo XVII fueron siete las ciudades destruidas por los mapuches que se juramentaron en expulsar a los españoles de sus tierras.
Pero para los conquistadores renunciar a la ciudad de Valdivia no era tan sencillo. En el siglo XVI la ciudad de los ríos tenía una importancia estratégica para todo el reino de Chile. El padre Gabriel Guarda en su libro “Nueva historia de Valdivia” cita una carta del coronel Francisco del Campo al gobernador de Chile Rodrigo de Quiroga donde le expresa “si Valdivia no se puebla a la brevedad esto y Chiloé se ha de perder” y el temor era claro tras la destrucción, sumado al interés de los holandeses de poseer una colonia en las aguas del Océano Pacífico, luego de asegurar su presencia en el Atlántico Sur desde Brasil.
Ante tal urgencia un 13 de marzo de 1602, hace 420 años, se levanta el fuerte de la Santísima Trinidad, un puesto que significaría la única resistencia española en el sur de Chile, tras la caída de la ciudad de Osorno, y único punto de comunicación con la isla de Chiloé.
El fuerte resistiría estoicamente asedios, hambrunas e insubordinaciones por casi dos años hasta que finalmente fue desmantelado y años después, en 1643, los holandeses usarían sus ruinas para levantar su propio fuerte.
De acuerdo a los testimonios e investigaciones del poblamiento de holandeses en Valdivia, se estima que el fuerte Santísima Trinidad, símbolo de la porfía española por recuperar la ciudad, se ubicó en la ribera del río Valdivia en lo que hoy es calle General Lagos con el pasaje Orella (el muelle de la Peña), en terrenos que ocupa la Prorrectoría de la Universidad Austral.
El enclave
Casi tres años después de la destrucción de Valdivia se levanta el fuerte de la Santísima Trinidad el 13 de marzo de 1602. Posterior al ataque de la ciudad hubo muchos españoles que estaban en cautiverio entre los huilliches y hubo varias expediciones de rescate para intercambiar personas por objetos.
El padre Gabriel Guarda consigna en sus investigaciones, citando crónicas de Tirso de Molina, que en cierta ocasión los tripulantes de un galeón español intercambiaron hasta sus ropas por mujeres o niños que vivían entre los huilliches. Otros españoles, en cambio, aceptaron vivir con los indígenas como fueron los casos de Francisco de Almendras que trabajó como herrero entre los indios los 40 años que duró su cautiverio o de Pedro Méndez de Sotomayor y Ana Vázquez de Almonacid que fueron cautivos siendo bebés y ya crecidos se casaron y vivieron entre los indígenas, incluso perdiendo la costumbre de hablar el idioma español.
El gobernador Quiroga decide levantar un fuerte en Valdivia que sirva de base para el repoblamiento y designa al teniente Francisco Hernández Ortiz para la tarea. Posteriormente asume Rodrigo Ortiz de Gatica.
Fueron 220 soldados los que llegaron al lugar, acompañados de 600 indios auxiliares, una dotación fuerte y sumado a la población civil –entre ellos valdivianos salvados del desastre de 1599- había más de 1.500 almas en el fuerte Santísima Trinidad.
Los ataques
A los pocos días de instalado el fuerte, un mestizo renegado por los españoles de apellido Durán organiza a los huilliches y ataca desde el río a la población y al navío La Pintadilla. Fue tal el ímpetu que el teniente Hernández de Ortiz se ve obligado a salvar a mujeres y niños y los embarca hacia Concepción.
Los constantes asedios y bloqueos de las mercancías que debían llegar a Valdivia desde Concepción hizo que los hombres de Hernández vivieran en condiciones durísimas y eso se hizo una constante.
En mayo de 1602 asume el mando Rodrigo Ortiz de Gatica que vive una estresante situación de inminente ataque de los indígenas, para colmo un navío con provisiones encalló a la altura de la isla Guafo, muriendo todos sus pasajeros en junio, y en agosto se acabaron las provisiones y los habitantes del fuerte debieron recurrir a recolectar raíces para engañar a la hambruna.
El 24 de septiembre de ese año se produce un vigoroso asalto huilliche, al punto de penetrar al interior del fuerte. En medio de ese ataque Ortiz de Gatica muere y pese a que la guarnición se reduce logran expulsar a los invasores, no sin antes dejar a varios soldados muertos o heridos. El mando lo asume el capitán Gaspar Viera hasta enero de 1603, fecha en que es destituido, tras llegar un barco con provisiones.
Vida de supervivencia
Totalmente bloqueados con el resto de Chile, los habitantes del fuerte Santísima Trinidad comenzaron a vivir los rigores de la hambruna y se hicieron frecuentes las deserciones que eran castigadas con severidad.
El nuevo capitán Gaspar Doncel asume y hay testimonios de sus partes donde habla de 27 soldados vivos y “con armamentos heredados de los mismos fallecidos”, 14 habitantes del fuerte y de ellas 8 con el tratamiento de “doñas” y “pertenecientes a lo más florido de la antigua ciudad”. Doncel menciona a tres viudas de corregidores Beatriz Redondo de Guzmán, esposa de Hernando Bravo de Villalba; Agustina Garcés de Bobadilla, viuda de Gaspar Viera, y Mariana Verdugo de la Vega, viuda de Alonso Pérez de Valenzuela, caído durante la destrucción de Valdivia en 1599.
Otra viuda famosa que habría vivido en el fuerte de Santísima Trinidad fue Inés de Bazán, mujer que se enfrentó a piratas holandeses en Castro en 1600, y que fue azotada al ser capturada. Las crónicas difieren, pues algunos señalan que murió tras el castigo y otra que señala que luego de la recuperación de Castro por los españoles, Bazán viajó a Valdivia y en 1603 “habría dado poder para testar”, según cita el padre Gabriel Guarda.
También vivían dos caciques amigos de los españoles, don Cristóbal, que había tratado de advertir del ataque a los españoles en 1599, pero su aviso llegó tarde, y don Gaspar a quien Doncel recuerda “por ser muy fiel y habernos ayudado con todo lo que ha podido sin interés ninguno”.
Ante un panorama poco prometedor, con intentos de ayuda que fracasaron, con vecinos muriendo de hambre y constantes amenazas huilliches, parte de la guarnición se subordinó y el propio capitán Dorcel fue aprisionado en su casa, pero posteriormente logró superar la asonada y retomar el mando.
El 13 de febrero de 1604 llega un nuevo navío con provisiones y se encuentra a 44 personas que viven en el fuerte. Los sobrevivientes se embarcan y se les trasladó al fuerte de Carelmapu donde finalmente desembarcaron.
En 1643 los holandeses usaron ese fuerte por pocos meses y en febrero de 1645 Valdivia finalmente es repoblada por los españoles.
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