La pintura es una de las artes más clásicas de la historia de la humanidad y que a lo largo de los siglos ha dado fama a una pléyade de genios. Chile también ha dado grandes exponentes de este arte y la ciudad de Valdivia también ha sido cuna de pintoras y pintores, de hecho, en los últimos 39 años el concurso “Valdivia y su Río” ha sido una instancia más para la creación. Lamentablemente no todos los valdivianos conocen el fulgor de nuestros talentos y eso ocurrió con el maestro Otto Georgi Fritz, nacido en la ciudad el 14 de septiembre de 1890 y que fue parte de la denominada Generación del 13, un grupo de artistas que se formaron bajo las enseñanzas del maestro español Fernando Álvarez de Sotomayor y del que sus grandes exponentes son Pedro Lira, Agustín Vásquez y, muy especialmente, Elmina Moisan, considerada como la mujer “que mejor ha pintado en Chile”, según el crítico de artes Nathanael Yáñez Silva.
Otto Georgi venía de una familia de artistas alemanes y desde muy joven destacó con esa faceta, pues además de la pintura sobresalió en dibujo, acuarela y pastel, y se especializó en técnicas de cerámica. Georgi ganó varios premios en Santiago y en el extranjero, sobresaliendo en el concurso organizado por Artes y Letras de 1916 para la portada del libro “Cuna de Cóndores” de Mariano Latorre y logrando el mismo año el primer premio del Concurso de Afiches de la Fiesta de la Primavera. Posteriormente logró medalla de oro en la Exposición Iberoamericana de Sevilla, España, de 1929 en compañía de la que fue el amor de su vida, musa inspiradora y esposa, la ya mencionada Elmina Moisan.
Fue un amor apasionado que surgió en los salones de la Escuela de Bellas Artes de Santiago. Otto era alto, delgado y guapo y Elmina era una chica de 15 años muy influenciada por las artes desde su familia y con un talento innato. Las miradas furtivas de ambos jóvenes eran inevitables y la admiración mutua de sus creaciones también los fue uniendo en un idilio creativo. Ambos se potenciaron, ambos aprendieron el uno del otro y llegaron a ser casi como si fuesen un solo ser.
Pero la tragedia también fue parte de esta historia de amor, colores y pinceles.
EL PROVINCIANO
Otto nació del matrimonio de Emilia Fritz Schaaf y Otto Georgi Stiltsing en 1890 en una Valdivia pujante en lo industrial, gracias al aporte de los colonos alemanes. El padre del artista era mueblista y dueño de una barraca y compraventa de maderas junto a su socio Alberto Manzano. Dicha barraca era conocida como “La Cáscara de Lingue”.
Quien ayudó bastante a desenterrar la historia de este pintor valdiviano fue su nieta, la también pintora y artista visual, Elmina Georgi, actualmente radicada en Santiago. Ella comentó que el arte estaba presente en la familia, pues su tatarabuelo era escultor y dejó sus obras en el pueblo natal de la familia, en Alemania. La nieta de Otto cuenta que “sé que mi abuelito desde pequeño le gustaba pintar y sus papás lo dejaron hacer lo que él quería. Creo que eran bastante querendones con él y para la época eran bastante modernos, al igual que la familia por parte de mi abuela Elmina”.
En Quillota, en tanto, en 1897, nacía Elmina Moisan Cabrera, hija de un inmigrante francés y una chilena y el arte también era algo que llevaban en la sangre. Elmina se educó en un internado para señoritas y sobresalía por su amor por el dibujo.
No se sabe en qué momento el joven Otto Georgi deja su natal Valdivia y se va a cumplir su sueño de ser artista como alumno de la Escuela de Bellas Artes de Santiago. Su mentor fue el español Fernando Álvarez de Sotomayor que llegó a Chile en 1908 para ser contratado como profesor de Colorido y Composición de la mencionada Escuela. Su estadía en Chile se prolongaría hasta 1915, llegando a ocupar el cargo de director de la institución en 1912 y marcando una verdadera revolución creativa con la formación de un grupo de artistas que se conocieron como la Generación del Centenario o Generación del 13.
En ese ambiente creativo se desenvolvió un provinciano Otto Georgi, un ambiente de total libertad, de pujanza social y de bastante bohemia en cafés y bares, muy al estilo parisino.
LOS DEL TRECE
La Generación del Centenario o Generación del 13 fue llamada así, principalmente por la exposición de 1913 en la que los alumnos de Álvarez de Sotomayor dieron a conocer sus obras. Esta famosa exposición se realizó en los salones del diario El Mercurio.
Santiago vivía el furor de las modas europeas a comienzos del siglo XX y estaba ese afán de embellecer la capital chilena en lo arquitectónico, fenómeno que también se vivía en la totalidad de Sudamérica. La Generación del 13, en cambio, inspiró su pintura en el realismo y buscó crear obras relacionadas con la realidad popular, el ambiente del campesinado chileno, la vida obrera o los temas mapuches y así rompió esquemas con lo tradicional, pero manteniendo ciertos conceptos como el respeto por el volumen y el color, así como la solvencia técnica para tratar la figura humana. “Los del 13” también exploraron el tema melancólico con colores sombríos, pincelada ancha y formas amplias. Resurgió con fuerza el tema del retrato y los desnudos.
Esta generación de pintores también fue conocida como la “Generación trágica”, pues varios de sus exponentes fallecieron en la flor de sus vidas, algunos dicen que esto ocurrió por el carácter bohemio de sus integrantes que eran artistas de notable talento, pero con escasez de medios.
Una de las tragedias de este grupo fue la muerte con apenas 20 años de Enrique Bertrix que a corta edad ganó premios en salones oficiales, pero como era descendiente de franceses se enlistó en el ejército de ese país con el estallido de la Primera Guerra Mundial y murió en dicho conflicto en 1915. Fue una tragedia para la pintura chilena.
También se puede mencionar a Abelardo “Pashin” Bustamante que se ganó una beca a Europa, pero al regresar a Chile nadie lo valoró y murió en la pobreza. También están los hermanos Enrique, Alberto y Alfredo Lobos que murieron en 1918, 1925 y 1928 respectivamente y el linarense Jaime Torrent cuyo talento se apagó al morir de tuberculosis en 1925.
Pero la pérdida más triste fue la de Elmina Moisan, la esposa de Otto Georgi.
ENAMORADOS
Elmina Georgi, nieta de Otto y Elmina Moisan, cuenta que sus abuelos se conocieron en la Escuela de Bellas Artes y que “se amaban profundamente, hacían todas las cosas juntos, viajaban siempre juntos porque coincidían en las cosas que tenían que hacer”. La pareja finalmente se casó en 1926 y fruto de su amor nacieron Otto Enrique Georgi Moisan, nacido en 1930 y fallecido en 2002, y Gonzalo Ernesto Georgi Moisan, nacido en 1931 y fallecido en 2001, padre de Elmina Georgi.
Antes del matrimonio, Georgi ya destacaba en el mundo del arte. En 1913 logró tercera medalla en pintura en el Salón Oficial de Santiago y en 1916 logró dos primeros premios con el concurso organizado por Artes y Letras y el Concurso de Afiches de la Fiesta de la Primavera. En 1919 gana la tercera medalla en dibujo en la Exposición Oficial de Bellas Artes de Santiago y ese mismo año es invitado a Buenos Aires a exponer sus creaciones, posteriormente regresaría a dicha ciudad en 1924.
En 1920 Georgi logra Mención Honrosa en Arte Decorativo en el Salón de la Exposición Oficial de Bellas Artes, en 1925 gana medalla de Primera Clase en la Sección de Arte Aplicado y Decorativo y en 1926 obtiene primera medalla de Arte Decorativo en Exposición Oficial de Bellas Artes.
Elmina Moisan, en tanto, ya destacaba con premios desde 1915 en adelante y juntos, en 1929, obtienen su logro más notable, la medalla de oro en la Exposición Iberoamericana de Sevilla, España. Ambos siguieron haciendo cosas juntos y en 1935 ganan la primera medalla en Pintura Decorativa en la Exposición Oficial de Bellas Artes. Otto en 1936 logra Mención Honrosa y Diploma en Pintura de la Exposición Nacional de Artes Plásticas del IV Centenario de Valparaíso, Cámara de Comercio y Municipalidad de Valparaíso, mientras que Elmina logra el primer premio del Salón Oficial de Santiago el mismo año. El amor y el arte daban sus frutos para el joven matrimonio de artistas.
Hasta que la tragedia golpeó la puerta de los Georgi Moisan.
DEPRESIÓN
En 1938, Elmina aceptó la invitación del gobierno chileno para exponer y estudiar en Lima, Perú, pero durante el viaje se contagió de malaria. La enfermedad provocó su retorno a Chile.
Durante un mes Elmina Moisan agonizó en medio de terribles padecimientos y no pudo ver ni a su esposo ni a sus hijos, por miedo de contagiarlos. Otto cayó en la peor de las depresiones tras la muerte de su esposa al verse solo con sus hijos pequeños.
Elmina Georgi relata esa época: “el día que falleció mi abuela mi abuelito dejó de pintar por un año. Fue mi papá (Gonzalo) el que se encargó de la casa. Él era muy pequeño. A mi abuelito le dio una depresión muy profunda y con el tiempo logró salir de ahí. Mi abuelita no quiso que nadie la viera, fue muy fuerte su final”.
La nieta de Otto cuenta que a su abuelo le costó volver a vivir y retomar su arte. “Sé que después empezó a pintar mosaicos y pintura en cerámica; fue muy duro para él lo que pasó. No estoy segura si volvió a pintar en tela”.
Otto Georgi no volvió a Valdivia. Su padre había fallecido en 1923 y decidió quedarse en Santiago, pues su nieta contó que después de la muerte de Elmina Moisan su abuelo hizo clases en la Escuela Industrial Chileno-Alemana de Ñuñoa (actual Liceo Industrial) y también en la Escuela de Arte y Oficio en el ramo de metalurgia.
En 1960 la tragedia del terremoto del 22 de mayo golpeó a la familia materna de Otto Georgi, pues la familia Fritz, perdió mucho de sus terrenos de agricultura que fueron anegados por las aguas del “Riñihuazo” y nunca más las pudieron usar. Elmina Georgi cuenta que varios integrantes de la familia Fritz se fueron finalmente a Santiago y se radicaron ahí.
Otto Georgi falleció en Santiago en 1969, sin olvidar jamás a su amada Elmina. Algunas de sus grandes obras son exhibidas en el Museo Nacional de Bellas Artes, tal como “Cabeza de vieja” y “Roquerío” y también hay cuadros de él en la Pinacoteca de la Universidad de Concepción. Elmina Moisan, en tanto, dejó obras intensas como “La Coqueta”, además de retratos y desnudos que también son exhibidos en el Museo Nacional de Bellas Artes.
HEREDERA DE UN TALENTO
El amor por el arte de los Georgi Moisan siguen vivos en su nieta Elmina Georgi Escobar, pintora que es más conocida en Europa que en Chile. La artista trabaja en la galería del afamado pintor español Joaquín Balsa y expresó que por la pandemia no ha podido ir a exponer sus obras a Italia y España.
Elmina tiene claro que ser artista en Chile “es muy difícil” y manifestó que “mi abuela es muy conocida afuera. En Italia hay una persona que siempre publica cuadros de ella y sé que en otras partes también es conocida. Es fome que en el país no se la reconozca más allá, es como si existiera un Van Gogh o un Rembrandt y de ahí no hay nada más”.
La heredera del talento del matrimonio Georgi Moisan sueña con que a futuro pueda hacer una exposición en memoria de sus abuelos porque esa es la forma de mantener vivos a los artistas, nada más que en su propio arte.
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