Tras analizar las rivalidades de Valdivia y Osorno en el primer capítulo de esta serie llegó el momento de cruzar el canal de Chacao y llegar a la bella y mágica Isla de Chiloé. La rivalidad entre castreños y ancuditanos ya adquiere aires de mito casi tan populares como las historias del Trauko, la Pincoya o El Caleuche, pero estudiando un poco acerca del origen de las ciudades podríamos remitirnos a causas que van más allá de los apasionantes encuentros de básquetbol entre los quintetos de ambas ciudades.
Dentro del contexto histórico, Castro fue en rigor el primer asentamiento urbano dentro de la isla. Bautizada como Santiago de Castro, la ciudad se fundó el 12 de febrero de 1567 por el mariscal Martín Ruiz de Gamboa, yerno del gobernador del Reino de Chile Rodrigo de Quiroga. Ancud, en tanto fue muy posterior, pues fue fundada el 20 de agosto de 1768, por el gobernador de Chiloé, Carlos de Beranger y Renaud quien ordenó que los vecinos de San Antonio de Chacao se trasladaran hacia el oeste para fundar la Villa y Fuerte Real de San Carlos de Chiloé.
Según lo expresado por el profesor de historia de la Universidad Austral de Chile, Ricardo Molina, el origen de la animadversión entre los habitantes de Castro y Ancud bien podría remontarse al siglo XVII. Castro era la única posesión española y la ciudad más austral de la Corona por lo que pronto empezó a ser acosada por corsarios. En la península de Lacuy, donde se levantó Ancud, ya había un poblado huilliche, quienes siglos atrás habían expulsado a los chonos. En abril de 1600 el corsario holandés Baltazar de Cordes, ayudado por los huilliches de Lacuy, atacó Castro y la tuvo a su merced hasta que fue expulsado por los españoles. Los castreños no habrían olvidado la traición de los huilliches.
Cuando se funda la actual Ancud dicha ciudad adquiere una importancia estratégica enorme que hizo que se levantará un sistema de fuertes y se trasladará un destacamento militar. Eso hizo que Castro lentamente se sintiera relegada.
El profesor Ricardo Molina expresó que “la localización de Ancud en la Isla Grande le hace tener el rol de ‘porteros’ de Chiloé, teniendo de parte de los castreños cierta mirada despectiva. De hecho Castro es la única ciudad del sur de Chile considerada en su conjunto, que ha tenido una historia continua sin paréntesis desde su fundación hasta ahora, en cambio Ancud nace como villa recién hacia fines del siglo XVIII”.
El académico añade que “por antigüedad, Castro tiene musculatura temporal de sobra. Ancud intenta empatar su posición e identidad propia, con su rol de intermediación entre el continente (Puerto Montt) y el resto de la Isla Grande. Seguramente, con la posible inauguración del puente Chacao, Ancud y los ancuditanos profundizarán su orgullo respecto de Castro, pues seguirán teniendo simbólicamente la llave de Chiloé”.
COMERCIO, IGLESIA y PRENSA
El aspecto comercial fue un factor clave entre ambas ciudades ya desde la época colonial, pues Ancud se convirtió en el principal puerto de Chiloé y era el sitio en que atracaba el barco que llegaba todos los años desde El Callao, con el Real Situado para el ejército. Esto obligaba a los castreños a trasladarse, primero al puerto de Chacao y posteriormente a Ancud para comerciar.
Recién el 4 de julio de 1834 el nombre del poblado se cambió de San Carlos de Chiloé a Ancud y se le otorgó el título de ciudad, además de designarla como capital de la provincia de Chiloé en vez de Castro que era más antigua.
Según el libro “La vida en Chiloé en tiempos del fogón” de Rodolfo Urbina otro hecho que afianza aún más a Ancud fue la creación de la Diócesis de San Carlos de Ancud por bula del Papa Gregorio XVI en 1840. Dicha jurisdicción abarcaba desde la Araucanía hasta Magallanes.
Por todas esas circunstancias, Castro se sintió relegada y con un sentimiento de postergación. Ancud se vio favorecida en todo plano por su ubicación más cercana al continente y por lo mismo adquirió fama de ser “más cosmopolita” que Castro, pues llegaban muchas personas del continente a vivir en ella y el impacto de la presencia de inmigrantes fue más notorio en Ancud que en Castro, pues a fines del siglo XIX y comienzos del siglo XX llegó a la zona de Pumanzano, Huillinco y Huicha -cercanas a Ancud- colonos alemanes, rusos, polacos, italianos, españoles y escoceses, aunque la mayoría dejó la isla.
En 1868, Castro da a la luz el primer periódico de Chiloé, “El Chilote”, fundado por el periodista José María Mujica y que era de corte liberal y marcó el pensamiento de la ciudadanía en contraposición de las visiones más conservadoras y católicas de Ancud. “El Liberal”, nacido en 1878, fue otro periódico castreño que complementaba a “El Chilote” y que fue rival de “El Católico”, el periódico de Ancud que defendía la línea conservadora y que fue precursor del también ancuditano “La Cruz del Sur”. Así las ideas que defendían ambas ciudades literalmente las puso en las antípodas una con otra.
EL AUGE DE CASTRO
En 1912 se inaugura el ferrocarril en Chiloé, cuya línea unió a Castro con Ancud y aportó grandemente al comercio. Pasaron grandes incendios para ambas ciudades, pero el terremoto del 22 de mayo de 1960 fue un claro golpe más para Ancud que para Castro, pues la ciudad perdió su bella catedral (debieron dinamitarla por sus cuantiosos daños) y de paso borró los palafitos tradicionales que había en su playa. Castro, en cambio, conservó su iglesia principal y que es la postal de la ciudad y conservó sus palafitos.
El colmo para Ancud llegó en 1982 cuando el gobierno militar decide afianzar la provincia de Chiloé y darle la capital a Castro, reconociendo su antigüedad como ciudad. Así empezaron a llegar los recursos y Castro sintió gratamente el peso de ser capital regional. Junto a ello llegaron las señales de modernidad como el polémico mall, un casino o las grandes tiendas comerciales hasta culminar con una plaza modelo.
Previo a ello, Ancud fue perdiendo instituciones o señales de su pasada grandeza y es cosa de empezar a enumerar: la antigua fábrica de cerveza Mucke, el Puerto Libre, la Escuela Normal o las oficinas públicas.
Pese a ello, Ancud adquirió una fama de “intelectual” por la conservación de las ruinas de los fuertes y por la herencia de la Escuela Normal formó una verdadera casta de profesores que fueron un aporte a la educación de Chiloé y Aysén.
Para el epílogo quedan los epítetos que se encargan ambas ciudades, pues los castreños llaman despectivamente “Comeluches” a los ancuditanos, mientras que los otros son denominados “Comejibias”, pues al parecer hace unos años, en época de carestía en Chiloé, una gran varazón de jibias en las playas de Castro hizo que sus habitantes consumieran este cotizado molusco. Los epítetos se dan en situaciones jocosas o en los encuentros basquetbolísticos donde, por años, Ancud reinó e incluso llegó a ser campeón de Chile al ganar la Dimayor en 1987 y 1989, pero ahora Castro ha logrado equipar fuerzas y fue campeón de la Liga Nacional de Básquetbol en la temporada 2011-2012.
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