Educación

Columna de opinión: Futrono en la literatura de ficción

Por Mario Guarda / 22 de abril de 2019
De pueblito lacustre a escenario de conspiraciones, recuerdos de juventud, refugio de ex exiliados o recreaciones de hechos trágicos, Futrono aparece de tanto en tanto en las páginas de algún libro, y (por amor propio) ya es tiempo de tomar esto en serio.
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Este 23 de abril se conmemora el Día Mundial del Libro y el Derecho de Autor, o como lo conocemos más familiarmente; el Día del Libro, fecha que por costumbre vinculamos al ámbito escolar y académico, desconociendo la oportunidad que nos ofrece la lectura para conocer más de nosotros mismos.

Por eso es que a modo de ofrecer un nuevo valor a esta fecha como futroninos y futroninas, quiero dejar para ustedes una breve reseña de algunos libros de ficción en los que aparece mencionado el nombre de nuestra comuna, y de las palabras con que los autores han retratado esta tierra en sus obras.

Parto aclarando que la ficción es entendida como una “obra literaria que narra hechos imaginarios”, razón por la cual no hay impedimento para que una novela, o un cuento corto, no vayan a poner a Futrono como escenario de alguna trama interesante, después de todo tenemos geografía, paisaje, gente e historia que puede ser usado como insumo para ello.

Asimismo no voy a entrar en analizar o describir en profundidad las obras comentadas, pues mi afán es apuntar a la aparición de Futrono en sus páginas, si ustedes quieren llegar a estos libros y completar la lectura, aquí tienen los títulos, los nombres de sus autores y los años de publicación.

La primera obra que citaré es el libro de Francisco Ortega “El Verbo Kaifman”, publicado el año 2016, y que plantea una interesante historia de misterio y conspiraciones, asociado a una comunidad nazi que se instala en el sur de Chile después de la II Guerra Mundial. Y es en el capítulo 22 de este libro, que se titula precisamente “Futrono, Chile”, donde encontramos a uno de los personajes visitando un fundo local en busca de viejos tractores fabricados en Alemania entre 1941 y 1945, donde se entrevista con el administrador del imaginado fundo y logra comprarle el antiguo tractor, rematando:

“Y pagaban bien por esas chatarras. No tanto como a él por rastrearlos, pero sí lo suficiente como para que el siempre ocupado administrador de un fundo cercano al lago Ranco le robara tiempo a su trabajo para dejar lo más presentablemente posible un tractor abandonado hacía varias décadas.”

Una descripción más directa y provocadora de Futrono aparece en las páginas de la novela “Sanhattan, confidencias de un lagarto en los 90”, de Ricardo Wurgaft, publicado en el 2012. La mención a Futrono llega en forma sorpresiva durante un diálogo entre el protagonista y su hermano:

“Cerca de las nueve de la noche mi hermano me llevó de vuelta a la estación. En el trayecto me interrogó sobre mi situación laboral.

-Estoy intentando ascender en la jerarquía del Banco de Chile.

-¿Qué es el Banco de Chile?

-Es el principal banco de Chile.

-Sé que el Banco de Chile es el principal banco de Chile. Pero es como si me dijeras que el Banco de Futrono es el principal banco de Futrono.

Su acotación me pareció ligeramente cómica, porque no pude dejar de imaginarme una onírica Plaza de Armas de Futrono rodeada por el Banco de Futrono, el Edificio del Congreso de Futrono, la Catedral, el Palacio de Tribunales y el Gran Hotel Futrono. Al mismo tiempo, su burla me entristeció: me hubiera gustado recordarle lo bien que lo habíamos pasado en esas latitudes, navegando en el lago Maihue, pescando en el río Calcurrupe, bañándonos en las riberas del Ranco. Pero mi hermano se había olvidado de todo.”

Mucho mayor es el protagonismo de Futrono en la novela, de ficción pero con algunos personajes reales, “Los rebaños del cíclope”, del año 2008. Esta obra muestra al autor, el poeta Sergio Infante, que vuelve a Chile después de haber vivido el exilio en Suecia, y en el desarrollo de la novela encontramos muchas referencias a nuestro pueblo, entre los que puedo citar:

“Yo había dejado a Pablito y a Amanda donde mis ex suegros en Limache y, en lugar de devolverme donde la Andújar, me sentí impulsado a seguir hacia el Sur, hasta Futrono. Casi siempre que voy a Chile visito, en ese hermoso pueblo, al que fuera mi más entrañable amigo en los tiempos del Pedagógico y de la Unidad Popular.”

Y entre las últimas palabras del libro aparece:

“Entonces cómo no me van a dar rabia las ocurrencias de la Mirna. Se le olvidó que su primo Manuel Cordero era hijo de Futrono. Futrono que en lengua de la tierra en ningún caso quiere decir el trono del futre, como pensaría un tonto leso. A todo reventar, Futrono es tierra de humos; con suerte, de neblinas.”

Llama la atención también que aquí aparece nombrada la parroquia San Conrado, y un imaginario club de futbol local llamado Manchester F.C.

Camilo Marks Alonso publicó en 2014 “Preparativos para un viaje a Kiev”, libro que consta de  tres novelas cortas, la primera de las cuales se titula “El verano sin verano” ambientado en un Futrono de la década de 1960, curiosamente imaginado como un pueblito en el que habitan varias familias descendientes de alemanes, más al estilo del lago Llanquihue, donde Pilar es la protagonista y es testigo de la desaparición de una joven pareja. Y esta es la descripción de ese Futrono sesentero:

“El pueblo, Futrono, constituía en sí mismo un hecho, o quizás o , según se acostumbra a decir ahora. Para una niña nacida y criada en una ciudad enorme, era como pasar las vacaciones en un libro de historietas norteamericanas. Sin tráfico, sin buses, con carretas tiradas por bueyes en las mañanas y las tardes, el discreto malecón para el vapor de Gustavo Hott y las demás embarcaciones, una pequeña tienda de comestibles adonde llegaron los primeros helados Bresler en paletas, más la fábrica de pan, la oficina de correos, la minúscula municipalidad y la hostería de los Schröder, Futrono fue un sueño (ya hace demasiado tiempo que dejó de serlo).”

Por último citaré el libro “Un extraño conocido y otros cuentos”, de Amelia Salinas Arévalo (2007), un compilado de veinte cuentos cortos que en su página 97 presenta “Larga noche en Arquilhue”, que imagina parte de los hechos ocurridos en octubre de 1973 en la precordillera:

“Lo subieron a un camión a empellones y ella alcanzó a ver cómo le amarraban las manos y los pies. También alcanzó a ver el rostro del administrador del fundo, vestido con uniforme militar.

Los vio partir con la misma estridencia de la llegada, los vehículos corcoveando en los baches del camino casi intransitable hacia Chihuío.”

Al finalizar el cuento la autora incluye una nota al margen que dice “Arquilhue, Maihue, Chihuío, son lugares concretos en la geografía de Chile. Sin embargo lo sucedido allí es ficción en este relato, aunque la ficción pueda, a veces, ser Historia.”

Concluyo esta reseña mencionando que por supuesto este listado no es definitivo, ya que hay más libros donde se puede encontrar el nombre de esta no tan desconocida comuna, solo hay que atreverse a buscar, internet es un buen punto de partida pero no olvidemos que el fin está en el libro en formato papel, la esencia original de la lectura cómoda, formal, directa y entretenida.

La invitación ya está hecha. Que tengan una buena lectura.

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