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Testimonio de la vida en un antiguo asentamiento forestal

Por Mario Guarda / 31 de agosto de 2021
Un proyecto está registrando una serie de entrevistas sobre la vida en el antiguo Complejo Forestal del valle cordillerano de Río Chico, en Futrono. Aquí algunos recuerdos de un ex trabajador.
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Por tercer mes consecutivo se desarrolla el proyecto “Archivo oral y documental del desplazamiento forzado en el Asentamiento Arquilhue durante la dictadura cívico - militar (1973-1990)”, adjudicado por la Corporación de Pobladores Históricos de la Cordillera de Futrono.

Durante el mes de agosto se logró recopilar historias de vida de 4 ex pobladores de la zona de Río Chico, valle cordillerano actualmente en la comuna de Futrono, que dan cuenta de la historia del antiguo Complejo Forestal y Maderero Panguipulli (Cofomap), administrado por los propios trabajadores y que fue abruptamente abolido con la llegada de la dictadura cívico – militar en 1973.

El proyecto es financiado por la Subsecretaría de Derechos Humanos, del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos, y los registros en formato de vídeo se transformarán en un corto documental que será entregado en el mes de octubre del 2021, entre otros productos comprometidos.

“VOLTEANDO RAULÍ A PURA HACHA”

Una de las personas que entregó su testimonio es José Daniel Ojeda, de 73 años de edad, quien llegó muy joven al sector de Río Chico cuando se inició el Cofomap, comentando que el primer trabajo que realizó fue “hacer basas a hacha para hacer el camino de Arquilhue con Neltume, basas para hacer los puentes”, y posteriormente trabajó “volteando raulí a pura hacha” para llevar a los aserraderos de la zona, y también fue jefe de montaña, lo que implica “conocer el bosque, saber dónde está la madera y llevar gente, y saber qué trabajo hay que realizar empezando por los caminos, las fajas, después vienen los madereos” indicó.

Ojeda recuerda que en aquel tiempo los trabajadores elegían a los jefes entre ellos mismos, organizaban el trabajo de tal forma que en la zona funcionaron una decena de aserraderos hasta 1973, año en la que este modelo popular de explotación forestal llegó a su fin.

“Escuchábamos la radio y uno presentía que de repente algo podía pasar”, relata Daniel Ojeda sobre el ambiente previo al 11 de septiembre de 1973, “y supimos que había habido un golpe de Estado y nosotros andábamos trabajando”, trabajo que se detuvo debido a la incertidumbre en la que se sumió la zona.

Días más tarde llegaron militares a Arquilhue, quienes “comentaban que Río Chico era una zona armada, y yo jamás le vi un arma a nadie en Río Chico. Éramos pura gente obrera, trabajadora, gente humilde, que andábamos por el pancito ¿para qué iba a usar un arma yo?”, explica el ex poblador del valle cordillerano, revelando también que en búsqueda de armas y miembros del MIR los militares allanaron las casas, golpearon y torturaron a habitantes del sector.

Después comenzó la gradual expulsión de los trabajadores y sus familias, y el traspaso de dicho territorio estatal a manos de privados. “Nosotros pensábamos que todos íbamos a quedar ahí, para toda la vida”, señala Ojeda lamentando el fin de una vida que compartió con cientos de trabajadores y sus familias que fueron forzados a dejar el territorio de Arquilhue-Río Chico.

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