Hace un día nuestro medio publicó el testimonio de la familia Godoy-Igor, de la localidad de Vista Hermosa en la comuna de Futrono, quienes reportaron 9 casos positivos de covid-19 en su grupo familiar, afortunadamente todos recuperados a la fecha.
Diario Futrono conversó con Verónica Godoy, quien compartió su experiencia como cuidadora de sus padres, José Ramón Godoy de 87 años, e Inés Igor, de 84, fundadores del clan familiar y que resultaron contagiados con el temido coronavirus.
“Mi papá se sintió mal un día, y presentó síntomas que más menos coincidían con el tema del coronavirus, ahí empezó la sospecha”, expresó Verónica, siempre pensando en que el contagio “no podía ser”, llevó al adulto mayor hasta el Cesfam de Futrono donde le tomaron el examen PCR, cuyo resultado fue comunicado al día siguiente por la Seremi de Salud; positivo de coronavirus.
“A usted le dicen eso con su papá de 87 años… yo no supe qué hacer, fueron 5 minutos que yo me borré, me quedé bloqueada, y de ahí me acordé que hay alguien más poderoso que uno, que el coronavirus, y ese es Dios, ahí bajé las revoluciones”, armada con la fe definió qué hacer a continuación; avisar a sus hermanos, canalizar la información y tomar decisiones, y supieron abordar el tema con la calma suficiente para no caer en el pánico.
HACERSE CARGO DE LOS PADRES
Desde la Seremi de Salud les ofrecieron la opción de una residencia sanitaria en Valdivia para sus padres, donde los cuidarían en su periodo de cuarentena, pero por separado. Los hermanos Godoy Igor decidieron que no, porque sus padres nunca han estado separados, así que la cuarentena la cumplirían en su casa y Verónica sería la encargada de sus cuidados directos.
“Yo fui la persona que de alguna forma estuve más cerca de mis papás en esta situación, porque aunque vivimos varios hermanos cerca, alrededor de la casa de mis papás, yo fui la persona que tuve que enfrentar este tema, vestirme con un traje y entrar a su casa con todo, porque yo siempre dije que no los iba a dejar solos, aunque mis demás hermanos tampoco los dejaron solos pero tampoco podíamos entrar todos y poder cuidarlos”, explica Verónica por el hecho de que las instrucciones sanitarias obligaban a que solo una persona estuviera en contacto con la pareja de adultos mayores.
Verónica dice que la idea de la muerte era una posibilidad, por eso los cuidados debían ser extremos y el aislamiento inquebrantable. “Mi mamita se dio cuenta de lo que pasaba cuando vio que nosotros no entrábamos a la casa, porque no les dijimos nada al principio, en un momento ella me dijo “hija ¿para qué te vas? No te vayas, tomémonos un café”, y no. Yo vivo a 100 metros de la casa de mis papás y yo me venía destrozada, y mi papá es muy querendón y me quería abrazar, yo no podía hacer eso, es muy fuerte eso”.
Finalmente, siguiendo el protocolo de cuidados, Verónica entraba "cada 4 días a la casa de mis padres para poder bañarlos, que el baño estuviera limpio, que sus camas estén limpias, que ellos estén comiendo bien, llevarles comida, cuidarlos de esa forma. Con ayuda de gente de vecinos me conseguí un traje con todos los implementos para poder entrar a la casa”.
Los otros 3 días el matrimonio se cuidaba entre ellos, “a mi mamita Dios todavía le da la fuerza para que pudiera cocinar, hacia pan de repente, y gente que nos mandaban cosas de comer, pan por ejemplo y ahí le llevábamos para que ella no hiciera pan por último, porque igual eso es complicado, y todo lo demás con mi hermano lo hicimos por la ventana nomás”.
SOLIDARIDAD Y DISCRIMINACIÓN
Verónica atestiguó cómo en su familia se iban sumando nuevos contagios, como una escalada terrible, que incluyó a un hermano, y otros integrantes del clan. La posibilidad de que ella misma se hubiese contagiado era alta, “después de los 3 días que mi papito dio positivo, yo me sentí mal, muy mal, me levanté con un dolor de cabeza terrible”, así que se realizó el examen PCR y 2 días después el resultado indicó que no estaba contagiada.
“Lo que pasé en esos 3 días, que me sentía tan mal, que me dolía todo el cuerpo, fue que yo colapsé”, concluye Verónica, que al haber cargado con un cúmulo de situaciones desde el diagnóstico de su padre, su organismo no pudo más, pero al recibir la noticia que ella permanecía sana renovó sus fuerzas, “ahí me di cuenta que Dios es grande, y me dejó una ventana abierta para atender a mis papás”.
Afortunadamente en ese tiempo oscuro conocieron la solidaridad, “hubo gente que nunca imaginamos que nos iban a tender una mano, descubrir que otras personas te iban a traer comida, porque a nosotros nos encerraron de un rato para otro, en 2 horas estábamos en cuarentena, no hubo tiempo de comprar nada”. Asimismo, de parte de una comerciante futronina recibió de regalo 3 trajes impermeables e implementos para que pudiera entrar a la casa de sus padres.
Así también, la otra cara de la moneda fueron las reacciones en contra de la familia por haber contraído el coronavirus; “Nosotros fuimos muy discriminados por esto”, reconoce, “y lo que mata de todo esto es la forma en la que se habla”, dice refiriéndose principalmente a los comentarios en redes sociales, “porque hay cosas que los seres humanos no vemos; si el vecino está enfermo da igual, aunque me digan que no es así, pero yo sé que si no es alguien de la familia, con la propia sangre en sus venas yo no voy a llorar, yo no voy a abrir la billetera, no voy a abrir el mueble para sacar pan. Pero con esto cambia la vida, ahora ya no quedas indiferente, entonces yo creo que pasó eso, que la gente que comentó cosas lo hizo porque no éramos familia de ellos, la gente comentó más de los debido, sin filtro”.
ATENCIÓN DE SALUD Y RECUPERACIÓN
Verónica Godoy reconoce que la atención recibida desde el Cesfam Belarmina Paredes fue buena, “la gente que vino acá, doctores y demás, un 7. Mi mamita pasó 3 días complicada de salud, como en el octavo día más menos, en cambio mi papá presentó síntomas el primer día y después nada más, entonces ahí yo llamaba al Cesfam, me atendía un doctor muy agradable, muy servicial”, comenta.
Está la intención de agradecer directamente al personal de salud de Futrono, “pero por ahora no se puede”, al menos hasta que la emergencia sanitaria se levante.
Finalmente los miembros de la familia contagiados se recuperaron en su totalidad, y hoy las lecciones de vida y el agradecimiento a Dios están presentes en todo el grupo familiar, “uno se toma las cosas tan livianamente, pero cuando le toca a uno cambia la vida, creo que mi vida tuvo un antes y un después, así muy marcado”, reflexiona Verónica, y está segura que ahora su deber esta junto a sus padres, “ahora me doy cuenta que a mis papitos no los voy a dejar nunca”. Asimismo agradece a su esposo Carlos Pozas, por ser "mi mano derecha, quien estuvo conmigo estos 28 días, y lloré en su hombro", quien además tampoco resultó contagiado.
La última reflexión es la que resume toda la experiencia vivida, y marca la nueva etapa que los Godoy-Igor inician; “Gracias a Dios estamos de pie, y la vida continúa, hasta que Él diga hasta aquí nomas”.
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