La hipertensión es una enfermedad crónica multifactorial, que se caracteriza por incrementar los niveles de presión al interior de las arterias y capilares, favoreciendo el envejecimiento su aparición y desarrollo. En Chile, según la Encuesta Nacional de Salud (ENS) 2016-2017, la sospecha sólo en personas de 15 años y más es de 27,6%.
Así lo indican profesionales del Centro de Salud de la USS Valdivia, quienes a diario trabajan con personas que padecen la enfermedad, a través de programas individualizados. “Además aumenta el riesgo de síndrome metabólico, presente en el 40,1% de la poblacional nacional”, dice Marion Guerrero, académica de Nutrición y Dietética USS Valdivia.
“Esto eleva el riesgo de desarrollar enfermedades como diabetes, dislipidemia, infarto agudo al miocardio y accidente cerebrovascular; lo cual eleva de manera directa el riesgo cardiovascular de las personas y la mortalidad”, sostiene la nutricionista.
“Los principales factores de riesgo son la ingesta de sal y alimentos con elevado contenido de sodio, siendo la recomendación en nuestro país 5 gramos de sal al día. Otro factor de riesgo es mantener un bajo consumo de agua; lo ideal en la población chilena es ingerir 6 vasos de agua al día”, apunta.
Asimismo, “el exceso de peso y tabaquismo, son factores de riesgo de la hipertensión. Mientras que el sedentarismo y la falta de actividad física favorecen la aparición de esta enfermedad”, remarca.
“En este caso, se intensifican algunas recomendaciones, lo más importante es mantener una baja ingesta de sal y alimentos que contienen sodio y consumir sus medicamentos de manera regular, a la misma hora cada día”, indica Marion Guerrero.
Al mismo tiempo advierte que si la persona siente mareo, visión borrosa, zumbido en los oídos, dolor de cabeza intenso o presenta sangrado de nariz debe acuda inmediatamente a un centro de salud para controlar su presión arterial.
Dadas las consecuencias negativas de la hipertensión, Carolina Núñez, kinesióloga de la USS Valdivia, subraya que se torna necesario incorporar estrategias complementarias al tratamiento farmacológico, para el manejo de esta condición.
“Una de las principales intervenciones en el cambio del estilo de vida es el ejercicio físico; este ha demostrado que no sólo reduce la presión arterial, sino que también es tan efectivo como la mayoría de los medicamentos antihipertensivos, y con efectos secundarios mínimos”, señala.
“Se recomienda que personas hipertensas realicen un mínimo semanalmente de entre 150 y 300 minutos de actividad física aeróbica de intensidad moderada, o bien un mínimo de 75 a 150 minutos con intensidad vigorosa. O bien, una combinación equivalente, incorporando ejercicios de fuerza dos a tres días a la semana, evitando retener el aire, considerando la contraindicación de entrenamiento de fuerza”, precisa Núñez, según lo que recomiende un profesional de la salud.
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