La mañana del viernes 26 de mayo, fueron entregados los restos de dos de los 17 campesinos y trabajadores forestales que fueron asesinados brutalmente en la denominada Masacre de Chihuio, perpetrada en octubre del año 1973 por una patrulla militar que salió desde los regimientos Maturana y Cazadores de Valdivia, en el marco de la denominada Caravana de la Muerte.
Se trata de los restos de Rubén Vargas Quezada -de 56 años al momento de su asesinato- y Fernando Mora Gutiérrez, que era un menor de edad de sólo 17 años al momento de ser detenido y ejecutado junto a su padre, a sólo metros del actual centro turístico Termas de Chihuío.
Fue el ministro en visita en causas de Derechos Humanos, Álvaro Mesa Latorre, quien entregó los restos óseos de estas dos personas, que pudieron ser rescatados tras las extensas diligencias de investigación y que fueron identificados en un trabajo conjunto entre el Servicio Médico Legal y entidades internacionales. A ellos, se suman cuatro urnas simbólicas correspondientes a José Orlando Barriga Soto, Ricardo Segundo Ruíz Rodríguez, José Rosamel Cortéz Díaz y Sebastián Mora Osses, los que ya habían sido identificados en años anteriores por medio de otras muestras que se analizaron en Bosnia y cuyas evidencias fueron consumidas en el proceso de reidentificación.
El ministro Mesa, además informó a los familiares respecto de las diligencias que se han realizado para rectificar la causa y lugar de muerte de los detenidos desaparecidos de este caso, “se ha avanzado en este tema. Ahora en los certificados de defunción figura el lugar correcto de fallecimiento de sus familiares que es Baños de Chihuio y estamos en una segunda etapa que consiste en colocar la causa de la muerte, que será como señala la sentencia, que fue una: Ejecución por Acción Militar”.
Irma Vargas Cifuentes, hija del detenido desaparecido Rubén Vargas Quezada señaló a este medio: “cuando yo supe que lo habían identificado, sentí mucha paz; pero al estar presente uno se llena de tristeza y de dolor porque recuerda todo lo que ha pasado. Llevábamos 44 años esperando saber el paradero de mi padre y por fin lo vinimos a saber; lo identificaron con una muestra muy pequeña, pero me consuelo que voy a tener a mi padre en el cementerio”.
Los Hechos
El 07 de octubre de 1973, una caravana militar salió de los regimientos Maturana y Cazadores de Valdivia -dirigido en ese entonces por el comandante Santiago Sinclair- con destino a Futrono.
Según describe el Centro de Estudios Miguel Enríquez, “Carabineros de Llifén habrían ejercido una represión brutal en la zona de Curriñe, Arquilhue y Chabranco, tomando detenidos y torturándolos. La caravana militar recorrió toda la zona hasta llegar a la precordillera. Se instalaron en los retenes, hicieron formarse a los hombres en varios poblados, leyeron nóminas con sus nombres y procedieron a las detenciones de algunos”.
Mientras los militares reunían elementos como alambres y yuntas de bueyes para desatascar los vehículos, en el Complejo Maderero Curriñe se aplicaban torturas a los detenidos. “En las localidades de Chabranco, Curriñe, Llifén y Futrono los militares detuvieron desde sus domicilios o lugares de trabajo, o recibieron de manos de Carabineros a los campesinos (…) la noche del mismo 9 de octubre de 1973 se les condujo a un fundo de propiedad de un civil en el sector cordillerano denominado Baños de Chihuio. En una hora no precisada, los prisioneros fueron sacados de la casa patronal de ese fundo y llevados a las inmediaciones a una distancia aproximada de 500 metros, lugar en el cual se les ejecutó” (Museo de la Memoria).
Según lo señalado en el informe Rettig, “al día siguiente de las ejecuciones, un testigo reconoció a varias de las víctimas, y pudo percibir que la mayoría de los cuerpos tenían cortes en las manos, en los dedos, en el estómago e incluso algunos se encontraban degollados y con sus testículos cercenados, sin poder observar huellas de impactos de bala en sus restos”.
Los cadáveres de los trabajadores permanecieron en el lugar de su ejecución durante varios días, cubiertos tan sólo con algunas ramas y troncos. Aproximadamente unos quince días después de la ejecución, fueron enterrados por los efectivos militares en fosas de diferentes dimensiones.
En una fecha que no es posible precisar, pero que podría corresponder a fines del año 1978 o principios de 1979, en horas de la noche, personas de civil llegaron hasta la casa patronal del Fundo Chihuio y exigieron al dueño que les indicara el lugar en que se encontraban las fosas. Estos civiles, asociados de otros que les acompañaban, excavaron durante toda la noche en el lugar de las fosas, trasladando los restos a un lugar que hasta la fecha ha sido imposible de determinar, esto en el marco de la operación denominada Retiro de Televisores. Los escasos vestigios hallados en esas fosas, son los que han permitido identificar a 12 de los campesinos y trabajadores forestales ejecutados en este sector de la región de Los Ríos (Museo de la Memoria).
Luego de años en busca de la verdad, este domingo 28 de mayo los restos del joven Fernando Mora y de Rubén Vargas, fueron sepultados en Valdivia.
Un Menor de Edad
Uno de los datos más impresionantes de esta matanza de trabajadores es el fallecimiento de un menor de edad de 17 años, identificado como Fernando Mora Gutiérrez, quien fue asesinado junto a su padre y cuyos restos justamente fueron entregados a sus familiares la jornada del viernes.
En entrevista con Noticias Los Ríos, Sonia Mora Gutiérrez, relató las circunstancias en que su padre y su hermano pierden la vida de manera tan trágica; “en esos años la mayoría de edad era a los 21. Mi hermano no era un político, yo creo que ni tenía nociones de eso. Mi hermano ayudó a sacar unos camiones militares que quedaron atascados en el barro y se dio cuenta que llevaban a mi papá y él decide acompañarlo (…) esto fue por el amor que él tuvo hacia el padre y lo siguió”, relata.
En antecedentes recopilados por la Justicia se menciona este caso: “al ayudar a sacar los camiones militares del barro, logra darse cuenta que su papá va entre los prisioneros. Solicita que le digan qué va a ocurrir con él, a dónde lo llevan. Le contestan: si quieres ir con tu padre, sube al camión. Y pasa a ser un prisionero más” (Archivo Chile).
Fue así como Sonia -en ese entonces de 10 años de edad- perdió a su padre y a su hermano en esta matanza. Su padre, fue identificado hace poco más de dos años y su hermano recién este 2017.
Artículo escrito por Sebastián Gallardo,
NoticiasLosRíos.cl
Grupo DiarioSur, una plataforma de Global Channel SPA. Powered by Global Channel