En calle General Lagos, a la entrada de la Universidad San Sebastián sede Valdivia, existe una chimenea de 48 metros de alto y que pocos saben para qué servía y por qué está ahí. Lo cierto es que esta chimenea se relaciona con el alumbrado eléctrico de Valdivia a comienzos del siglo XX.
La chimenea data de 1919, se decía que en los años cuarenta se ofrecía dinero a quienes en el 18 de septiembre subieran una bandera chilena y la instalaran en su punto más alto y, además, soportó la fuerza del terremoto de 1960.
La chimenea era parte de la primera compañía que, a partir de la actividad cinegética del agua, produjo energía eléctrica para Valdivia, la Sociedad Ehrenfeld y Wendler.
Valdivia a fines del siglo XIX y comienzos del siglo XX era una ciudad comercial e industrial de importancia y con éxito en varios rubros, por tanto, la electricidad era necesaria primero para ayudar a la labor de producción de varios servicios industriales, además de cumplir con el alumbrado público en las calles de la ciudad, tal como ya ocurría en las principales urbes de Europa y Norteamérica.
Según el sitio web de recopilación histórica www.historiadevaldivia-chile.blogpot.com de Julio C. Avendaño el 2 de junio de 1858, bajo el gobierno de Manuel Montt y con la firma del ministro Gerónimo Urmeneta, se decretó el reglamento para el alumbrado público de Valdivia.
Los primeros sistemas de alumbrados de Chile fueron con velas de sebo, después gas y posteriormente con energía eléctrica.
El hombre que fue precursor de la luz eléctrica en Valdivia fue Jorge Wendler de profesión tonelero y que trabajó bajo el alero de Carlos Anwandter en su fábrica de cerveza. Este emprendedor crea la primera planta eléctrica junto a sus hijos Georg, Otto, Federico y Juan Tomás Beckdorf en 1898.
Wendler envió a sus hijos Georg y Otto a la empresa Siemens en Berlín para que conozcan y preparen la instalación de una planta de generación de electricidad.
Otto consiguió un locomóvil en Alemania y lo embarcó para su regreso a Valdivia y junto a su hermano Federico trabajaron en la producción de luz eléctrica y posteriormente produjeron el servicio en Río Bueno y Lautaro.
En 1900 se suma a la sociedad Germán Ehrenfeld y la planta se traslada a terrenos de éste en el barrio Los Canelos, actual calle General Lagos, en medio de las instalaciones de los astilleros Behrens.
Ya en esos años, el barrio Los Canelos era un sector industrial que se hacía notar en Valdivia y, así como se instalaban industrias junto al río, comenzaron a llegar obreros a vivir cerca de ellas, dando origen a sectores como Miraflores y, especialmente, a los Barrios Bajos, cuyas familias tenían relación con astilleros, curtiembres u otras empresas.
Según el sitio web recopilatorio de Julio C. Avendaño, la planta de Ehrenfeld y Wendler surtía de energía eléctrica a importantes empresas de curtiembre, todas ellas ubicadas en el barrio Los Canelos, tal como los negocios de Teodoro Pausenberger, Germán y Gustavo Ehrenfeld, Jorge Haverbeck, Carlos von Bischhoffshausen, Rodolfo Beckdorf y de los hermanos Anwandter. Esto se hizo entre 1900 a 1904.
Ya en 1906 las industrias de las curtiembres cayeron en una crisis, tras perder presencia en el mercado alemán, lo que significó el cierre de la mayoría.
Bajo la alcaldía de Luis Deppe la Municipalidad de Valdivia contrajo un vínculo contractual con la Sociedad Ehrenfeld y Wendler para que ésta proporcione alumbrado público a la ciudad desde 1904 y al año siguiente hace lo mismo con Río Bueno. Ante el desafío la empresa debió aumentar sus suministros y entre 1907 a 1908 levanta una chimenea, símbolo de la industrialización valdiviana por aquellos años.
La compañía usaba una turbina a diésel que meneaba electrones y a través de la chimenea se liberaban las emisiones del proceso de producción de energía.
Pronto para la municipalidad el gasto de este servicio resultó muy caro y a ello se añadió los gastos que debió incurrir con el gran incendio de 1909 que quemó gran parte del sector céntrico.
En 1910 fallece Jorge Wendler, fundador de la empresa, y esta cambia de razón social a Compañía Ehrenfeld Hermanos y, posteriormente, desde 1915 pasa a llamarse Compañía de Luz Eléctrica de Valdivia, siempre a manos de la sociedad.
En 1909 los hermanos Otto y Federico Wendler se hacen cargo de la concesión del alumbrado público de Río Bueno y se trasladan a dicha ciudad, dedicándose alternativamente a la agricultura.
En Corral, puerto que también vivía un despegue industrial sólido, la luz eléctrica llega en 1917 gracias al empresario noruego ligado a las balleneras Hans Christian Korsholm.
En 1929 se instala en Valdivia la Sociedad Austral de Electricidad (Saesa), empresa creada en Santiago en 1926, y que crea la planta Pilmaiquén que produjo 4.000 kilowatts de potencia.
Desde 1881 y en adelante el barrio Canelos pasa a denominarse General Lagos, dado que muchas calles, compañías de bomberos y clubes empiezan a ser bautizados con nombres de héroes de la Guerra del Pacífico.
La chimenea, único testigo de esta industria eléctrica, se levantó en el hualve llamado Cantarranas en 1919, tal vez para reemplazar a la que fue levantada 12 años atrás o tal vez fue reforzada en aquel año, no queda claro en las crónicas.
Según el libro del profesor de Historia de la Universidad Austral Fabián Almonacid, “La industria valdiviana en su apogeo, 1870-1914”, durante la década de 1920 la propiedad fue adquirida por la Compañía Carbonífera de Máfil que con el tiempo se transformó en Compañía Eléctrica de Valdivia.
La antigua central de la compañía Ehrenfeld se mantuvo operativa hasta la década del 50 y el golpe final fue el terremoto del domingo 22 de mayo de 1960 que destruyó todo vestigio industrial, salvo la estoica chimenea que aún permanece en pie.
En antiguas imágenes del notable fotógrafo Rodolfo Knittel ya se podía apreciar la chimenea en calle General Lagos, único testigo junto a las casas alemanas que aún subsisten en el barrio, del opulento pasado social e industrial que tenía Valdivia hace más de 100 años.
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