Educación

Crónica de una campana viajera

Por Mario Guarda / 31 de mayo de 2020
En el Día del Patrimonio recordamos la historia de una reliquia de la localidad de Loncopán, que hace 9 años hizo noticia.
Atención: esta noticia fue publicada hace más de 4 años

Corría el año 2011 y la antiquísima campana que por décadas había tintineado en la escuelita unidocente de Loncopán, y antes en la iglesia de la antigua casona de dicho lugar, se había extraviado, su paradero era incierto, hoy para muchos sigue siendo todo un misterio. 

Sorpresa, admiración, pena y frustración sintieron el profesor, niños, y vecinos de Loncopán al percatarse que la campana de su escuela no estaba. ¿Qué había sucedido?, ¿cómo se fue?, ¿quién se la llevó?, estas y otras más fueron las interrogantes que inundaron a la comunidad aquel día. Nadie había visto nada, ni los treiles avisaron, pero  aún así existían rumores del autor o los autores, más de eso solo Dios y las palomas del entretecho de la escuela conocen la verdad.

Fueron meses de pesadumbre, aquel metálico patrimonio de la pequeña localidad había criado a más de una generación; primero tocando para las misas que se hicieron en la antigua iglesia de la familia Saa, dicen que por allá por los años 40 en alguna ocasión acompañó a un joven cura que décadas más tarde se convirtió en el tercer cardenal de Chile. Los jóvenes tuvimos la dicha de conocerla como la campana de nuestra Escuela, la que nos daba la bienvenida por las mañana y nos despedía en la tarde.

Hasta los medios de prensa regionales llegó la noticia del robo de la campana, mientras que en la localidad se tejían ideas acerca del paradero de esta, pues claro estaba que quien se la había llevado conocía su valor, ¿sería un coleccionista?. El pesar en la comunidad era profundo, pero sin lugar a dudas los más afectados fueron los niños de la escuela, más aún, de seguro en su ausencia sería reemplazada por algún timbre eléctrico, lo que mataría la mística de la enseñanza, que hasta entonces había diferenciado a la escuela rural de una escuela de pueblo. 

Pero no hay mal que dure 100 años y cuerpo que lo resista, cual guión de novela policiaca, un día cualquiera se le informó a la comunidad que la campana había aparecido, el cura del pueblo había recibido un llamado misterioso y anónimo, en donde le indicaron que la campana se encontraba en una oficina de buses, más datos no se conocieron. La verdad nuevamente solo la conocía Dios, el cura, y las palomas del entretecho.

Cual figura pública o actriz de teleserie, el día 30 de marzo del 2011 fue traída por el alcalde de la comuna, regresó a su hogar la campana viajera; aquella campana que había conocido la vida de fundo, la Reforma Agraria, la dictadura, la nueva democracia, y recibió a un nuevo siglo, volvía a retomar su lugar.  

Por qué, quién, y cómo, son las interrogantes de esta historia, hoy la campana acompaña a la antigua casa patronal de la familia Saa. Los vecinos del sector ahora más que nunca resguardan aquel patrimonio cultural que es parte de la formación de la identidad de lo que conocemos como Loncopán, lo demás solo quedará como el recuerdo de un misterioso viaje, del que solo la campana, Dios, las palomas, y quizás el cura, conocen.

                                                                                     Texto escrito por Aleja Paz.

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