Ya instalada en la Región Metropolitana, lejos de la lluvia valdiviana y de su incondicional familia, pero más cerca de su actual club -Universidad Católica- y de seguir cumpliendo sus sueños, Valentina Peña Marchant, de 15 años, está recién asimilando lo vivido el fin de semana pasado en Uruguay, tras clasificar junto a la selección femenina Sub17 al mundial que se realizará en India.
A tan solo un par de días de distancia de esa hazaña Valentina confiesa: “Clasificar al mundial nunca me lo imaginé. En Uruguay se cumplieron varios de mis sueños y todo ha sido una muy linda experiencia”.
Pese a su alegría, la futbolista deja claro que este logro es solo un paso más. “Espero seguir creciendo como futbolista, seguir jugando por la Católica, que me sigan llamando de la selección y así pasar los años jugando fútbol, que es lo que más me gusta”.
En conversación con el Diario de Valdivia, esta joven defensora reconoce. “Toda la vida me he proyectado y he pensado mi futuro siendo futbolista. Siempre ha sido mi sueño y mi única gran meta de la vida”.
En ese camino, afirma que ahora tiene nuevas aspiraciones. “Mi próxima meta es jugar muchos más minutos en el mundial y, obviamente, ir pasando de fases hasta llegar a ser uno de los mejores equipos del mundo”.
Al consultarle dónde cree que estará en cinco años más Valentina expresa: “Me veo teniendo mi contrato de futbolista profesional (…). También me encantaría estar en Europa, jugando y con un trabajo estable que me permita viajar y jugar por todo el mundo”.
La necesidad que la joven manifiesta de contar con una actividad paralela a la deportiva no es casual. Recién este lunes 21 se aprobó la profesionalización del fútbol femenino en Chile y el avance no será tan rápido como para que Valentina deje de ser tan pragmática.
En cuanto al rasgo de su personalidad que le ha permitido abrirse paso en esta cancha, Valentina sostiene. “Creo que ser perseverante es lo que más me ha ayudado para estar donde estoy”.
Y agrega. “Siempre me he esforzado harto. Yendo al gimnasio, entrenando en mi casa. Asistiendo a todos los entrenamientos y partidos. También estudio tácticas, viendo partidos de las mejores del mundo”.
La joven defensora recuerda. “Desde muy pequeña he tenido claros mis objetivos. Mis metas nunca han tenido techo. Sé que con esfuerzo y trabajo constante puedo lograr lo que me proponga y es por eso que lucho todos los días”.
Y así lo demostró desde que empezó a hacer rodar la pelota alrededor de los 4 años. Fue parte de la escuela de fútbol Los Leoncitos, de su ex colegio Windsor School, y a los 9 años partió a la rama femenina de la Universidad Austral de Chile, donde jugó por la sub17 y la selección.
Pero no era suficiente. Valentina quería aún más, así que en paralelo jugaba en clubes de barrio valdivianos y en partidos de adultas organizados por sus amigas mayores en este deporte. Participó además en tres ocasiones como refuerzo del colegio Gracia y Paz en los nacionales de futsal.
En todo este recorrido su familia ha sido incondicional. “Son los que más me han apoyado y me han inspirado para seguir mis sueños y cumplir mis metas. Me han ayudado mucho con su amor y sus mensajes bonitos".
Junto con destacar que la siguen a todas partes. "Me van a ver dónde sea. En donde esté, ellos están conmigo”. La joven rescata que no solo le dicen lo que ella quiere escuchar. “Me dan consejos y también me dicen en lo que fallo. Siempre intentan ayudar”.
En cuanto a sus referentes en el fútbol, Valentina dice admirar desde siempre a Su Helen Galaz. “Ella ha llegado súper lejos. Y a pesar de que ahora no juega en la selección, por decisión propia, fue al mundial y ha logrado tener muchos títulos con Santiago Morning, que es su actual equipo”.
Pero también le gusta por algo particular. “Ella ocupa mi número favorito -el 15- y juega en el puesto que me hacen jugar. Me encantaría lograr todo lo que ella ha logrado y ojalá más”, concluye.
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