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Sor María Deogracia: la huella de una mujer que marcó a Futrono (Segunda parte)

Por Mario Guarda / 14 de julio de 2023 | 16:51
Sor María Deogracia y su acordeón (1963). Créditos: Mirtha Castillo / Frontis Liceo San Conrado. Créditos: Diario Futrono.
En el 82º aniversario de la comuna lacustre, recordamos a la impulsora de grandes proyectos educacionales y sus últimos días de vida.
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“Muy trabajadora y buena para hacer proyectos. Grandes, ella no era de proyectos chicos”, enfatiza Thelma Vásquez, al preguntarle qué atributos destaca de la figura de Sor María Deogracia. 

Así hizo realidad su idea de levantar un “kindergarten”, para lo cual se contactó con otra religiosa alemana, Sor Irmgard, para conocer la experiencia que ella tenía ya que había logrado la construcción de un jardín infantil en Lanco. Fue el nacimiento del Kinder Santa María. 

Por eso ahora, al mirar hacia atrás en el tiempo y revisar el contexto histórico y social de Futrono cuando la religiosa alemana propuso levantar un liceo, ciertamente asombra cómo fue capaz de romper un paradigma lleno de resistencias y transformarlo en una realidad alimentada de esperanza y optimismo. 

“Cuando les planteó a los apoderados la idea de hacer un liceo para Futrono, la gente quedó prácticamente a boca abierta, asombrada. ¿Cómo un liceo?, pero hermana, hacer una casa cuesta cuantos millones ¿y hacer un liceo?”, le cuestionaron con incredulidad, según rememora Thelma Vásquez. 

“Pero bueno ¡hagámoslo!”, respondió la decidida monja, lista ya para encarar esa nueva lucha. 

Año 1963. De pie: Sor Deogracia, María Elena Negrón, Oriana Palma, Rosa Gatica, Rosita Ormeño, Teresa Pedreros y Mirtha Castillo. De rodillas: Sonia Peters, Tatiana Jeldres y Doris Castillo.
 

“Aunque sea un liceo chiquitito, chiquitito” 

Octavio Cazaux comenta que cuando estudiaba Arquitectura, en período de vacaciones el año 1978 Sor Deogracia, con quien ya se conocía, se acercó a él para compartir una inquietud. 

“El año 1978 ella me contó que tenía una tremenda inquietud para construir un liceo, “aunque sea un liceo chiquitito, chiquitito”, me decía. Que empezara con primero medio para que los chicos de la comuna pudieran seguir estudiando”, revela. 

En esa época visitó la comuna el obispo de Valdivia, José Manuel Santos Ascarza, con quien Sor Deogracia se reunió para exponer su idea e iniciar la búsqueda de recursos para la obra. 

Testigo de ese encuentro fue Octavio Cazaux, señalando que la idea no conmovió al prelado. “¿Y usted tiene la plata para construir eso?”, le preguntó el obispo a Sor Deogracia. “No, pero Dios proveerá”, respondió sin inmutarse". 

“Yo creo que no es la misión nuestra en este momento, más adelante tal vez”, fue la posición tomada por el obispo de Valdivia. “La monjita quedó como si le hubiesen dado un palo”, asegura Cazaux. 

“Monseñor, usted será la autoridad religiosa de la Diócesis, pero yo tomé la decisión y voy a conseguir los recursos”, contraatacó Sor Deogracia.

“Bueno, haga lo que quiera, si le puedo servir de algo cuente conmigo, pero el obispado no tiene recursos para ayudarle”, reiteró Santos Ascarza. 

“Yo no le he pedido a usted que me ayude”, impuso la religiosa. 

“Cuando me dicen que no, soy porfiada, e insisto hasta que lo logro”, afirmó Sor Deogracia con aplomo zanjando la fría entrevista con la autoridad de la Iglesia.  

Enseguida ella se dirigió a Cazaux y le preguntó si podría generar los planos de la obra. “Ella quería algo chiquitito, de 8 o 10, salas”, eran las instrucciones que recibió, pero le advirtió que un establecimiento tan chico no tendría proyección más allá de un par de años. 

“Pero si tiene un tremendo terreno ¿por qué no hacemos algo más grande e irlo haciendo por etapas?”, le sugirió el estudiante de Arquitectura. Sor Deogracia no lo pensó mucho y concordó. 

“Ya, yo voy a ir a Alemania y voy a conseguir la plata, pero aquí tiene que incorporarse la comunidad de Futrono, así que vamos a formar un comité proconstrucción del liceo para que la gente se sienta parte de este proyecto”, dijo la religiosa, según confirma Octavio Cazaux. 

Sor María Deogracia fue a su natal Alemania, tomó contacto con su familia, que contaba con recursos y desde allí comenzó su campaña mostrando cómo era Futrono y por qué era tan importante la obra que iniciaría. De esa forma recibió aportes de privados y desde la casa madre de su congregación en Alemania. 

En Futrono una vez más sacó provecho de los recursos propios para impulsar el proyecto. “Consiguió apoyo en madera, en trozos, y en la barraca que estaba al fondo (en terrenos de la escuela) se procesó toda la madera para construir”, explica Cazaux. 

“Ella tenía un maestro, Vicho (Víctor) Miranda, que hacía trabajos de mantención del colegio y le dijo; “Vicho ¿te atreves a construir el liceo?” Si hermanita, le dijo, yo hice mi casa así que puedo”. Entonces Sor Deogracia, Octavio Cazaux y Víctor Miranda iniciaron las mediciones y a demarcar el terreno donde se emplazaría el liceo. 

Al apreciar las reales dimensiones del proyecto en terreno, Cazaux reconoce que la aguerrida monja se intimidó, pero pronto recuperó el temple y siguió impulsando la iniciativa. 

Al poco tiempo comenzó la construcción a cargo de Vicho Miranda. A la fecha el nombre de Víctor Miranda no ha recibido el reconocimiento por su aporte.

Respecto de la forma que tiene la infraestructura del establecimiento, Octavio Cazaux dice que, a sugerencia de un profesor suyo de Arquitectura, recoge la forma de la casa patronal chilena, con corredores por los cuatro costados y un espacio central para generar comunidad.  

Antes de dos años estuvo lista la construcción, pero Sor Deogracia vio una nueva necesidad. “Bueno, estos niños no pueden estar aquí sin gimnasio”, señaló, así que se dirigió a una empresa en Temuco y compró la estructura del gimnasio. 

“En sus hábitos tenía unos bolsillos internos y ahí llevaba toda la plata”, dice divertido Cazaux. 

Al gimnasio siguió la construcción del internado de niñas, la clínica dental y una casa para dos profesores. “Y todos los muebles, las mesas, las sillas, todo lo construían en la mueblería del colegio, o sea la barraca a tiempo completo produciendo madera de construcción y todos los muebles”. 

“Ella fue factor determinante en el desarrollo y avance de Futrono en un tiempo, porque tenía tanta gente trabajando, ya sea en la construcción del liceo o en la barraca, que era la mayor empleadora de la comuna. Sor Deogracia en algún momento, entre profesores, asistentes, la gente en el liceo y todos los maestros llegó a tener como 180 personas”, asevera Cazaux. 

Así y todo, llegó el día de la inauguración del Liceo San Conrado y, como pasa muchas veces, en la foto hubo más gente de la que con justicia debió estar, aunque esa es solo una anécdota. 

¿La construcción de una nueva iglesia? 

Sor Deogracia también tomó parte en la ampliación del templo católico de calle Padre Leodegario, lo que se concretó en tiempos del Padre Jaime Fournier. La monja y el cura, alemana y francés, tuvieron algunos desacuerdos respecto a ello, pero eran discrepancias amistosas. 

La verdad es que el recordado Padre veía que la iglesia se hacía chica, pero Sor Deogracia y otros cercanos no estaban de acuerdo con la intervención del templo ya que, en esos años, ya se estaba pensando en que esta estructura obtuviera una declaratoria de patrimonio arquitectónico de Futrono. 

“Yo necesito la ampliación porque la gente queda de pie o queda afuera”, reclamaba una y otra vez el Padre Jaime. 

“¡Ayayay Padre usted es un tonto! Usted no sabe lo que le conviene a Futrono”, le espetó al cura un buen día la monja. “¡Cómo no voy a saber!” replicó el Padre. “¡Yo le tengo la plata conseguida para construir una gran iglesia allá en esquina de O'Higgins con Padre Leodegario, con parque, con todo!”, revela Octavio Cazaux. 

El Padre Jaime preguntó cuál sería entonces el destino de la iglesia original, en qué la iba a transformar. “En una biblioteca grande, grande”, respondió Sor Deogracia, lo que en realidad pudo ser el primer centro cultural de Futrono, integrado a la escuela Nº45. 

La intención estuvo; sin embargo, Sor María Deogracia ya había entrado en años y la sombra de la enfermedad estaba cerca. 

El gran proyecto de un nuevo y gran templo en el terreno que hoy ocupa la cancha de fútbol del Club Deportivo Juan Baud, quedó en nada. 

Enfermedad y reconocimiento

“Antes que Sor Deogracia viajara a Alemania, ya se sentía enferma, pero no dijo nada. Tenía miedo de ir al médico”, escribió Sor Cecilia acerca de la enfermedad de su superiora.  

En verdad el temor que sentía no era al diagnóstico, sino a que una vez conocido éste no le permitieran viajar de vuelta a Chile, pues era la tierra donde quería morir. 

Esa visita a Alemania se dio en la época que se encontraba captando recursos para terminar el gimnasio del liceo, entre otras obras menores, año 1983. “A su regreso ya era otra. Se notaba muy delgada y decaída y aunque trataba de darse ánimo, pronto se cansaba”. 

Las religiosas más cercanas la convencieron de acudir a un médico. Fue sometida a exámenes y a una intervención, previa a la cual hizo prometer a Sor Cecilia que le diría la verdad del diagnóstico, que no le ocultaría nada. 

Al día siguiente le preguntó a Sor Cecilia qué le había dicho el médico. “¿Es cáncer? No tema decirme”. 

Un cáncer generalizado había tomado su cuerpo, así que pasó un tiempo en el Sanatorio Santa Elisa de San José de la Mariquina para recuperar fuerzas, y posteriormente en Purulón. De allí en adelante su salud quebrantada la alejó de la vida pública. 

En Futrono se le extrañaba. Hizo una breve visita en diciembre y en marzo de 1984 regresó a su amado pueblo y a su escuela, aunque apartada de sus obligaciones. 

Portada Diario Austral de Valdivia, domingo 3 de junio de 1984.

La comunidad quiso destacarla, sabiendo que la enfermedad menguaba sus fuerzas, así que en una gestión encabezada por la entonces delegada comunal de la Secretaría de la Mujer, Nedy Yantani de Guarda, se consiguió que fuera honrada con la condecoración “Servicios Distinguidos”, otorgada por el gobierno de la época. 

La ceremonia se realizó el 2 de junio de 1984. Dado su estado de salud, se hizo con un reducido número de personas, asistiendo el gobernador provincial de Valdivia, brigadier general Eduardo Castellón, así como el obispo de Valdivia, monseñor Alejandro Jiménez y el alcalde Fernando Pérez. 

“Estamos ante la presencia de una héroe, una religiosa que nació en el extranjero, pero que ha hecho de Chile prácticamente su verdadera patria, sin desconocer el suelo que la vio nacer”, dijo en su discurso el gobernador provincial. 

Una semana después ya no podía ingerir alimentos, expresó Sor Cecilia, de hecho, el 6 de mayo había recibido la extremaunción. “No me lleven de aquí”, les dijo a las hermanas que la cuidaban, dejando claro su deseo de permanecer en Futrono. 

Despedida 

Quien la acompañó en esos últimos días fue Violeta Campos, quien distribuyó su tiempo entre su trabajo en el consultorio y el cuidado de Sor Deogracia. 

“Yo salía del consultorio y la iba a ver unas tres o cuatro veces en la noche, y en el día igual, así que la acompañé hasta que murió. Conversábamos de su vida”, comenta. 

“Su ánimo era muy bueno, muy bueno, y yo le decía que cómo aguantaba tanto los sufrimientos. Me decía: Violetita, nosotros hacemos votos para que mucha gente del mundo no tenga dolor. Entonces ellas hacían votos para sufrir y que la gente no sufra tanto”, comparte la conocida vecina. 

A las 22:55 horas del jueves 28 de junio de 1984, Sor María Deogracia dejó la existencia terrenal. Violeta Campos estuvo con ella, igual que otras religiosas, en el momento de su muerte.  

“Se quedó dormidita porque ya había sufrido demasiado. Era muy valiente, no demostraba el dolor que sentía”, asegura. 

Tal como ya se había planificado, el tañer de las campanas del templo anunciarían la muerte de la religiosa. “Se tocaron las campanas y en cinco minutos la iglesia estaba repleta”, recordó Sor Cecilia. 

Finalmente, sus restos mortales fueron trasladados a Purulón, donde se encuentra la casa madre de la Congregación de las Hermanas Franciscanas del Sagrado Corazón, donde fue sepultada el sábado 30 de junio de 1984. 

“El pueblo de Futrono de hizo presente. Pese a la distancia y la lluvia, llegaron unas 300 personas en buses y vehículos particulares”, describió Sor Cecilia. 

Con el tiempo, su querida escuela recibió el nombre de Colegio María Deogracia, al igual que la villa que ella proyectó en beneficio de los profesores, en terrenos que compró para que los docentes ya no tuvieran que buscar casas en arriendo. 

Para quienes la conocieron es imposible olvidarla; además, sus obras están a la vista de todos, en especial el Liceo San Conrado. 

Lo que su figura y acciones significaron para Futrono, vienen de una época en la que esa mujer supo hacer y promover comunidad, demostrando que aspirar a cosas mejores no es un simple sueño, sino que con trabajo y perseverancia es posible salir adelante. 

Al terminar esta segunda nota sobre la vida y obra de la religiosa alemana avecindada en Futrono, hay que decir que es solo una pincelada de la trayectoria de una persona que bien merece un libro. 

Hay una frase que sintetiza con justicia la impronta que Sor María Deogracia dejó en Futrono, y es la que recuerda Thelma Vásquez:  

“Para ella no había proyecto imposible. Siempre decía que todo era posible con la ayuda de Dios y con las manos de todos”. 

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