Omar Sobarzo estaba en su casa cuando de pronto sus perros comenzaron a ladrar desesperados.
Era raro que algo así ocurriera, más aún una tarde de domingo en un sector tranquilo a 17 kilómetros al sur de Valdivia.
Cuando salió a mirar, grande fue su sorpresa cuando se encontró cara a cara con un animal marino que era rodeado por sus perros.
A primera vista parecía un lobo marino, pero era extraño que un ejemplar de ese tipo anduviera merodeando el terreno, ya que no había cursos de agua importantes por los alrededores. Sí una serie de zanjas y un humedal seco en las cercanías.
Gracias a que Sobarzo tiene capacitación en el manejo de animales, notó que ese ejemplar asustado y que se enfrentaba con los perros era un elefante marino, más bien una hembra de la especie.
“Tengo hartos perros en mi terreno, algunos los recojo de la calle cuando han sido abandonados y otros llegan solos, así es que sé cómo manejarme con animales agresivos. Eso sí, me llamó mucho la atención que un elefante marino haya andado merodeando por mi sitio. Es extraño. Nunca me había pasado algo igual”, relata a Diario de Valdivia.
Medios de prensa habían dado cuenta de la presencia de este ejemplar en el acceso sur a Valdivia, en las cercanías de la ruta que lleva a la comuna de Corral.
Allí automovilistas informaron que este animal había cruzado la carretera, lo que era un peligro ya que podría haber causado un accidente.
Con posterioridad, Carabineros y funcionarios de Sernapesca llegaron al lugar y comprobaron que se trataba de una hembra de elefante marino que estaba en proceso de cambiar de piel, por lo que recomendaron no acercarse ni molestarla.
El animal salió de la ruta, pero siguió recorriendo las cercanías.
Hasta que se acercó a la casa de Omar Sobarzo Medina.
“Fue bastante inusual, ya que apareció un domingo y bajando desde un cerro. Seguramente pasó por un humedal y dio la vuelta completa para llegar a mi sitio. Eran pasadas las 19 horas. Estaba en mi casa cuando sentí que mis perros ladraban desesperados. Algo muy extraño”, relata.
Sobarzo controló a los perros y la elefanta avanzó por una especie de canal con agua donde se sumergió. “No era agresiva, estaba tranquila. Pasaron los días y ella seguía por aquí. Vinieron especialistas de Sernapesca, trataron de moverla, pero se fue a un lugar más complicado del que estaba. Después se movió a un sector cercano a la carretera”, agrega.
“Los funcionarios me dijeron que era difícil trasladarla porque habría que aplicar una logística amplia, lo cual no es fácil. Se esperó que llegara la noche y que la elefanta se movilizara sola para llegar a un lugar con agua”, comenta.
Pero pasó el tiempo y este miércoles recién pasado a eso de las tres de mañana la elefanta volvió a acercarse a la casa de Sobarzo. Los perros reaccionaron y ladraron, lo que alertó al dueño de casa de que algo sucedía.
Como buen amante de los animales, este valdiviano supo de inmediato que había que hacer algo por cuenta propia. “A esa hora era difícil que alguien me pudiera atender, así es que decidí acercarme a la elefanta marina y tratar de guiarla de vuelta a un lugar con agua. Esta vez no iba a dejarla que se vaya sola”, comenta.
-Pero todas las indicaciones señalan que ante casos como estos, lo recomendable es no acercarse…
“Efectivamente, si yo no supiera manejarme ante este tipo de situaciones tampoco lo habría hecho. Lo que pasa es que por mucho tiempo colaboré con instituciones que rescataban perros de la calle en Valdivia y allí tuve que enfrentarme a varios que eran peligrosos. Así es que tomé mis precauciones”.
-¿Cómo cuáles?
“Tomé una linterna, un guante grueso y una botella plástica”.
-¿Una botella?
“Sí, una botella común y corriente. Con eso uno toma distancia de los animales agresivos.
-¿Qué hizo entonces?
-Cruzamos la carretera, avanzamos un buen trecho. Yo la presionaba para que avanzara y ella de pronto me atacaba.
-¿Fue grave?
“Afortunadamente no fue nada, fue como una especie de aviso. Me agarró el pantalón, pero no fue más allá. Me sirvió mucho el manejo con los animales agresivos. Cuando ella me lanzaba mordiscos, le ponía la botella en el hocico y no pasaba nada.
-¿No pensó que pudo ser peor?
“No. Lo que pasa es que la cabeza del animal era del porte de un perro grande. Lo otro, sus colmillos no eran filudos tampoco.
-¿Hasta dónde llegaron?
“Hasta un humedal que está cerca, pero la elefanta al ver que estaba seco quiso regresar, giró. Yo la guiaba hacia un estero donde ella podría sumergirse porque sabía que eso la podría conducir a un lugar seguro y regresar a su hábitat. Allí aparecieron unos vecinos que me ayudaron”.
-¿Se metió al estero?
“Sí, ahí la elefanta se sumergió y tomó un curso de agua más profundo para irse a otra zona”.
Sobarzo señala que eso fue el miércoles 21 y desde entonces el animal no ha vuelto a aparecer. “Fuimos a ver. Pareciera que recorrió el lugar, pero no se ha visto. Esos esteros llegan al río Santo Domingo y lo más probable es que haya tomado ese recorrido donde puede sumergirse y nadar”, agrega.
-No es habitual encontrarse con este tipo de animales fuera de la casa…
“Nunca me imaginé ver un elefante marino. Mucho menos cerca de la casa. Sé harto de animales. En mi trabajo aprendí mucho de estos temas, así es que supe cómo enfrentar la situación. Ahora, se trataba de una hembra pequeña para la especie. Ni pensar acercarse si fuera un macho”.
-Pero estamos claros que la recomendación es no acercarse cuando alguien se encuentra con un animal de este tipo…
“Claro, por supuesto que no. Yo me acerqué por el conocimiento de haber manipulado perros peligrosos. Hay que evitar hacerlo y mucho menos solo. Lo hice porque a esa hora era difícil encontrar a alguien que me ayudara”.
Dentro de todo Sobarzo valora positivamente la experiencia vivida. “Había que aprovechar el momento para ayudarla. Eso es lo que quería hacer y lo que llevó a arriesgarme”, cuenta.
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