Hasta el 5 de enero de 2023 tendrán plazo los senadores y el Ejecutivo para presentar indicaciones al proyecto que reconoce como deportes nacionales a los juegos deportivos ancestrales de los pueblos originarios.
Esto luego que la Sala aprobara en general la iniciativa por unanimidad.
Ahora, el texto en primer trámite volverá a la Comisión de Educación y Cultura donde se perfeccionará su articulado además de que realizaría una consulta indígena, o a lo menos, escuchar a la Corporación Nacional de Desarrollo Indígena (Conadi) para saber su parecer sobre la norma.
Así la iniciativa hace referencia a los mapuches indicando que “practican el palín, en el cual se usa un bastón, también denominado chueca y una bola, el cual fue considerado incluso como un juego que en ciertas circunstancias, tenía el carácter de sagrado".
Entre los aymarás, quechuas y atacameños, más que actividades deportivas propiamente tales, tienen gran relevancia los bailes ligados a las festividades religiosas.
Los collas y diaguitas gustaban de adquirir destrezas, a nivel de la motricidad requerida para las actividades propias de la vida rural, y en este mismo contexto han desarrollado competencias basadas en la fuerza física.
Los rapanuis, al igual que los mapuches, son los que más han mantenido los deportes ancestrales, que se practican hasta el día de hoy, y que se desarrollan principalmente durante la Tapati, o fiesta típica que se realiza en el mes de febrero de cada año en dicha posesión insular.
Entre estos deportes, son dables de destacar el vaka tuai, que consiste en recrear una embarcación tradicional y posteriormente, viajar en ella; el haka pei, competencia en la cual los jóvenes se deslizan en troncos de plátanos, alcanzando grandes velocidades y el pora, o competencia de nado sobre un flotador de totora”.
Una vez abierta la votación el senador por Los Ríos, Iván Flores, hizo uso de la palabra.
“No todos estos juegos son competitivos, muchos son recreativos. Hay que fomentarlos antes que desaparezcan, hay que dar las facilidades para que se desarrollen. El juego es un fenómeno cultural que transmite valores y costumbres. Se obliga al Estado a incrementar el patrimonio cultural a través de esta expresión”, indicó.
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