“A veces los planetas se alinean. Algo así como lo que sucede hoy tras el triunfo de Biden en EEUU. Europa, China y la Casa Blanca han logrado su propia alineación planetaria para combatir el cambio climático.
Como consecuencia, las expectativas son altas en que el próximo COP 26 (United Nations Climate Change Conference), a realizarse en noviembre del 2021 en Glasgow -organizado conjuntamente por el Reino Unido e Italia-, será una plataforma única para redoblar los esfuerzos globales de las 195 naciones firmantes del Acuerdo de Paris para controlar el cambio climático… ¡Los osos polares, los koalas en Australia, la ballena azul, el pingüino emperador, las abejas...y tantas otras especies en peligro de extinción, están de fiesta!
Las noticias son muy alentadoras. Primero está la firme intención de la Unión Europea de ser ‘carbón neutral’ para el 2050, usando el llamado ‘European Green Deal’, como una herramienta eficaz en promover el empleo y recuperación económica generada por la pandemia del Covid-19.
Se suma a lo anterior la reciente e inesperada declaración del presidente de China, comprometiéndose a llevar al país a ser ‘carbón neutral’ para el 2060. Esto es de enormes consecuencias, ya que China es el principal emisor neto de gases invernadero, con aproximadamente un 28% de las emisiones mundiales.
Pero indudablemente la noticia positiva más relevante es el reciente resultado de las elecciones presidenciales en EEUU. Contrario a la decisión personal y sin filtros de Donald Trump, de sacar a EEUU del acuerdo de Paris poniendo en duda la apabullante evidencia científica sobre la actividad humana en el calentamiento global, el programa de Joe Biden es serio y muy completo con US$2T de presupuesto para destinar a infraestructura y así combatir la emergencia climática.
Biden suscribirá de nuevo el acuerdo de Paris, comprometiendo a EEUU a ser ‘carbón neutral’ para el 2050, iniciando una difícil transición parcial desde combustibles fósiles a energía limpia renovable. El plan incluye cero emisiones de carbón en la producción de energía eléctrica al 2035, estrechas normas de polución a vehículos y empresas, incentivo al transporte eléctrico, etc.
Entonces, tienen motivos para celebrar los osos polares, aunque sea en forma moderada, pues el camino será muy difícil y hasta ellos saben que ‘otra cosa es con guitarra’ y que las promesas políticas -sobre todo las hechas en periodos electorales- presentan siempre una realidad mucho más modesta en la práctica.
El mundo y la vida moderna dependen hoy del combustible fósil y la transición parcial a energías limpias renovables será extremadamente difícil. Con la técnica del ‘Fracking’ para extraer petróleo, EEUU ha vuelto a ser independiente energéticamente después de más de 60 años. Habrá, por lo tanto, mucha resistencia política y de grupos económicos a iniciativas que vayan en detrimento de esta posición, que afecta a amplios sectores geográficos específicos de ese país.
Encontrará Biden también una fiera oposición en el Senado y en grupos económicos al necesario aumento de los impuestos a las empresas (revirtiendo parte de lo hecho por la administración Trump) para financiar el programa. Algunos de los cambios se podrían trasladar en el alza del precio de insumos a las personas, con un potencial de eventuales manifestaciones masivas. Recordemos que las protestas de los chalecos amarillos en Francia surgieron de un aumento leve en el precio de la gasolina, racionalmente motivada por buscar una menor emisión de dióxido de carbono a la atmosfera.
Desde el punto de vista estratégico la situación es aún más compleja, dado que China sigue aumentando su control de una parte importante de la cadena global de abastecimiento en las energías limpias prioritarias de hoy: 80% de las llamadas ‘tierras raras’ (usadas en vehículos eléctricos y turbinas eólicas); 50% del litio; 62% cobalto; etc. El real desafío de Europa y de EEUU será entonces desarrollar su propia cadena de suministro en los insumos claves, de manera de no depender de China. Como consecuencia, lo probable es que veremos un acercamiento en las deterioradas relaciones diplomáticas y acuerdos comerciales entre el país americano y el gigante europeo.
Por otra parte, la energía limpia tiene también una serie de efectos medioambientales no entendidos en su totalidad: la explotación a una escala exponencial de elementos naturales (minerales) no renovables, la dependencia de tierras raras, la dependencia del aluminio, el uso de agua en la extracción de litio, los desechos de los paneles solares y aspas eólicas después de su vida útil, etc. Esto será una realidad, aunque se espera que la innovación y el desarrollo tecnológico juegue un rol importante en manejar estos efectos, como también en el desarrollo comercial de nuevas y más eficientes fuentes de energía limpia renovable.
La muy necesaria y urgente transición para controlar el cambio climático afectará desproporcionalmente a países, sectores y personas, por lo que es de anticipar que será un camino difícil y complejo, pero el reciente cambio de mando en EEUU, junto a la intención declarada de Europa y China, son muy buenas noticias para todos nosotros, pues abren esperanzas de que el cambio climático pueda ser controlado. Hay buenas razones para que celebren los osos polares, aunque sea moderadamente”.
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