La inestabilidad económica y social y el hecho de ser mujer, serían dos de los principales causantes de malestar emocional durante la pandemia por Covid-19 en Chile, según un reciente estudio que, además, advierte los riesgos de confundir la tristeza con la depresión y los peligros de la sobremedicación.
La encuesta, denominada Efectos de la pandemia en la salud mental, fue realizada por el Núcleo Milenio en Desarrollo Social (desoc) y el Centro de Microdatos de la Facultad de Economía de la Universidad de Chile.
Francisco Flores, psicólogo director de la ONG Mente Sana, señaló que en el periodo de estudio entre junio y octubre, no se observó un aumento significativo de la sintomatología ansiosa o depresiva, pero sí el peso del factor de la situación económica y de género.
“Las mujeres han visto recargada sus labores habituales, que requieren mayor desgaste emocional sumado a que muchos hogares vulnerables, hoy en día, son sostenidos por mujeres”, opinó el profesional.
Agregó que en ese contexto es necesario no patologizar el malestar, y menos confundirlo con la depresión. “Este, a diferencia de otro tiempo, no es fruto de dificultades anímicas o conflictos emocionales internos, sino que es la propia realidad que se ha vuelto patológica”. Y enfatiza: “no toda tristeza es depresión, ni todo desasosiego, angustia; el malestar a veces es un intento de sobre-adaptación a una realidad que nos vulnera”.
En este sentido, el problema hoy en día está en no distinguir entre patología mental y malestar, lo que puede llevar, según señala el psicólogo, al incremento del consumo de psicofármacos, sin que se requieran en realidad.
El año 2019 se comercializaron en Chile 4 millones de cajas de tranquilizantes y ansiolíticos; 4 millones y medio de antidepresivos y casi 2 millones y medio de inductores del sueño.
“No distinguir entre un malestar y una patología sería como considerar, por ejemplo, todo duelo como una depresión. La mayor de las veces no es así (…). Los fármacos pueden ser de mucha ayuda en patologías severas e inhabilitantes, pero en los problemas cotidianos, más bien al contrario: el remedio resulta peor que la enfermedad”, agregó.
De acuerdo a estudios de la Organización Mundial de la Salud, uno de cada cuatro chilenos señala sentir alguna sintomatología ansiosa o depresiva. Asimismo, en los casos de medicación cuando no corresponde a una patología mental, “el aumento sostenido del consumo de psicofármacos pareciera no tener más impactos que cronificar los malestares”, indica Flores”.
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