Jorge Maturana Ortiz es académico del Instituto de Informática de la Facultad de Ciencias de la Ingeniería (FCI) de la UACh y participa en diversos proyectos de investigación. Como todos los valdivianos, en discusiones con sus colegas de medicina e ingeniería, se percataron de que había una serie de necesidades urgentes en las áreas clínicas que eran difíciles de cubrir ante la vecina crisis sanitarias; fue así como nació RIC-19 (Respuesta Intersectorial Covid-19).
El RIC-19 es una agrupación espontánea de personas que se desempeñan entre la medicina y la ingeniería y que se están preocupando de la respuesta que estamos dando como sociedad a la pandemia, siendo su principal objetivo el conectar las capacidades de los sectores públicos y privados con las necesidades del sector médico y de organización ciudadana en el contexto COVID-19.
En la siguiente entrevista, Jorge Maturana explica a Grupo DiarioSur cuáles son los alcances de esta urgente iniciativa; ¿en qué estamos bien?, ¿en qué estamos mal?, y ¿qué podemos hacer para lograr salir medianamente airosos de este enorme desafío que es el Coronavirus?
DV: ¿A qué área apunta más su estrategia de cooperación? ¿Médica, insumos, soluciones tecnológicas?
Por ahora el fuerte está en la innovación tecnológica. Producto del acercamiento de los mundos hospitalarios, universitarios, empresarial y político, se liberaron hace un par de días 120 millones desde el GORE para acelerar la producción de escudos faciales, y la fabricación de ventiladores mecánicos. Ahora bien, para que todo esto suceda, la coordinación debe ser amplia, incluyendo entre otros, adecuar la burocracia de las instituciones para que fluyan los dineros rápidamente hacia los centros productivos, en un contexto no presencial.
DV: ¿Qué tan importantes serán los ventiladores mecánicos en un futuro próximo y que se está haciendo para responder a una eventual escasez de ellos?
Dada que esta es una enfermedad que ataca al sistema respiratorio, una de las necesidades que se ha detectado es la disponibilidad de ventiladores mecánicos. Estos permiten a los pacientes más críticos poder respirar. El problema es que sencillamente no existen los suficientes, ni aquí ni en ningún país, por eso es tan necesario "aplanar la curva", que, dicho en palabras simples, es no enfermarnos todos al mismo tiempo: Si 100 personas necesitan respiradores al mismo tiempo y solo hay 20, entonces 80 van a morir, pero si nos turnamos en enfermarnos, todos nos vamos a salvar, de eso se trata. Por eso se han puesto esfuerzos en construir prototipos de ventiladores mecánicos, los cuales se están empezando a probar en animales, sin problemas hasta el momento.
DV: ¿Qué pueden hacer los ciudadanos comunes, en el contexto de nuestra comunidad, para ayudar en este esfuerzo de coordinación?
En principio es importante que la gente debe abastecerse de mercadería y otros insumos, teletrabajar y mantener un cierto nivel de productividad para evitar que las empresas quiebren y la gente tenga los medios económicos para subsistir. En este sentido, la concientización de la población es lo más importante. Mucha gente no respeta la cuarentena porque creen que estamos lejos de esto, porque el virus no se ve, porque no hemos visto mucha gente enferma o porque no hay muertos en las calles como en Ecuador. Pero es una amenaza real. Hay que encontrar la forma en que la gente no tenga conductas de riesgo. Uno de cada 4 contagiados no presenta síntomas y pueden estarse paseando por las calles, dejando el virus en superficies que otras personas tocarán luego. En los niños este porcentaje es mucho mayor: la mitad de los niños no presentan síntomas. Hay que educar a la gente, cambiar la cultura, aprender a llevar la vida de forma distinta mientras no exista una vacuna.
DV: Según el diagnóstico que han podido realizar en estos días, ¿cuáles son las situaciones más complicadas que nos esperan como región?
Los principales desafíos son algunos productos que son prioritarios, entre ellos las mascarillas, hay carencia a nivel mundial y se están acabando. Otro gran desafío es escalar la producción. Laboratorios como el LeufüLab no están acostumbrados a producir a gran escala y, por tanto, se necesita que otras empresas, universidades o público general colabore. También es necesario coordinar esfuerzos para contar con la infraestructura para recibir a una gran cantidad de pacientes. La Seremía de Salud debe disponer de 1.000 camas habilitadas y todos los servicios anexos para recibir a las personas que contraigan el virus. En este contexto, es importante hacer un llamado a la industria hotelera y de servicios.
DV: Son bastantes desafíos… ¿y en qué se podría decir que, como ciudad, “vamos bien”?
Afortunadamente somos una región pequeña, en donde la gente se conoce y es más fácil establecer confianzas entre personas de distintos sectores, eso nos juega muy a favor a la hora de coordinar acciones como las que comentaba. Esta dinámica es casi imposible de lograr en ciudades más grandes como Santiago o Concepción, así que es una de nuestras mayores fortalezas. La disposición de las distintas partes ha sido muy buena: la coordinación por parte de los servicios públicos, del ejército en temas logísticos, de las empresas, de las universidades. Todo está comenzando a fluir. Aún estamos aprendiendo a trabajar a distancia y coordinadamente, pero está la voluntad de hacerlo.
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