Esta semana recibimos la penosa noticia de la partida hacia la vida eterna de una querida amiga, Jimena Quezada, pérdida que ha golpeado a tantas personas que la sintieron cercana, honesta y siempre acogedora.
Como un homenaje, dedico a ella esta columna de opinión, a manera de panegírico que pone en relieve su vocación social y su consecuencia política ya que, aunque muchos no lo sepan, dejó un legado enorme en Futrono.
Siendo muy joven, Jimena comprendió que una persona no puede ir sin un rumbo y sin un compromiso por la vida, por eso abrazó con determinación una causa en tiempos particularmente difíciles para quienes decidieron navegar contra la corriente. 1988 fue el año de su bautismo de fuego, la exaltación de sus ideales. Eligió ser parte activa en la campaña del No, pues ella sabía que la era estaba pariendo un corazón.
Al término de ese complejo proceso pudo celebrar un triunfo, y con ello cristalizaron sus ideas políticas, con la visión de una persona entregada a servir, a ayudar, a empujar una nueva forma de hacer comunidad. En esa búsqueda de justicia social junto a otros estuvo dispuesta a cambiar lo que era necesario cambiar, por eso decidió formar parte del Partido por la Democracia (PPD), en tiempos en que los partidos políticos tenían un rol de representatividad y reconocimiento muy distintos a los del presente.
Ya había tomado el camino sin retorno del servicio a los demás, por eso su nombre fue conocido en la dirigencia de un nuevo tipo de organización que se abría un lugar en la realidad de Futrono; el comité para la vivienda, uno en especial de cuyo esforzado trabajo nació hace ya casi 30 años la población El Bosque, y con ello el origen del sector Los Castaños. En una época en la que éramos región de Los Lagos, con capital en Puerto Montt, la tarea de obtener los subsidios habitacionales tan necesarios exigió un esfuerzo tremendo si lo comparamos con los estándares actuales, y Jimena supo estar a la altura de lo requerido. Cumplido el objetivo, surgieron nuevos comités en los que ella continuó participando, y continuó creciendo el sector Los Castaños.
Católica comprometida, devota de la Virgen María y de San Sebastián, siguiendo el mensaje cristiano entregó su trabajo a la Parroquia San Conrado por más de una década, y con los años continuó dando muestras de su fe como tutora de catequesis.
Su vocación de servicio también la llevó a cumplir funciones en el jardín infantil Los Grillitos, entregando educación y cuidado a los más pequeños.
Pasaron los años y llegó hasta la Casa de la Mujer Lya Vasquez, donde descubrió que no pocas jóvenes que llegaron a participar de los talleres impartidos en dicho centro, eran las mismas pequeñitas que tanto tiempo atrás había cuidado en el jardín infantil, experiencia que sorprendió y alegró su corazón.
Fue su querido oficio como repostera y su espíritu emprendedor y organizador lo que señaló a Jimena Quezada como la persona idónea para hacerse cargo de la Casa de la Mujer, en el período alcaldicio de Sarita Jaramillo, donde se dio a la tarea de llevar los distintos talleres a la mayor cantidad de lugares de la comuna, así fue como se le vio enseñando sin egoísmo y resaltando las capacidades de las mujeres, en Nontuelá, Santa Laura, Huapi, Llifén, Curriñe, entre otros. Tanta fue la fama que ganó en la repostería, que llegó hasta Paillaco a enseñar este oficio de alegría y sabores.
Todos esos logros personales no provocaron en ella sentimientos de superioridad ni nada parecido, simplemente asumió con la frente en alto que el deber cumplido era satisfacción más que suficiente, a la espera del próximo desafío.
Su característica irreverencia, sutil a veces, otras no tanto, fue un sello de su personalidad que no la hizo pasar desapercibida. Así, con ella se podía hablar de lo divino y de lo profano, honró con su amistad a moros y cristianos, del lado derecho y del lado cercano. Sus principios políticos los llevó siempre con la fidelidad del que sabe que los compromisos son para toda la vida, sin embargo las diferencias ideológicas entre quienes frecuentábamos su casa solo tenían un sentido; las bromas, la talla, el chiste espontaneo que hacía reír al grupo de amistades que la rodeaba, donde se mezclaban los de un lado y del otro del espectro político, pero en su presencia jamás esas diferencias hicieron mella ni trizaduras en el regalo de la amistad.
Hablamos de una persona que deja un legado, son pocos cuyo nombre puede sostener un logro así, y su nombre ya se ganó una página con fotografía a color en el libro de Futrono, y un capítulo entero en el libro de la vida de cada uno de nosotros en particular.
Tus amigos te despedimos Jimena Quezada, sin embargo parte de ti queda con nosotros; recuerdos y vivencias, palabras y emociones, como joyas inasibles pero eternas prendidas a nuestros corazones, en fin, solo la pluma de un poeta podría acercarse a describir los sentimientos que ahora y para siempre guardaremos por ti, por eso lo mejor que podemos hacer ahora es decirlo a través de una frase que pedimos prestada a aquel artista que se hizo merecedor de tu admiración, Silvio Rodríguez:
“Disfruté tanto, tanto, cada parte, y gocé tanto, tanto, cada todo, que me duele algo menos cuando partes porque aquí te me quedas de algún modo“.
Hasta siempre Jimena.
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