Recientemente visitó el Centro de Estudios Regionales y la carrera de Administración Pública de la Universidad Austral de Chile, el Secretario General del Centro Latinoamericano de Administración para el Desarrollo (CLAD), principal organismo internacional encargado de promover reformas y modernización del Estado en Iberoamérica.
En su visita, Francisco Velásquez dejó planteados los desafíos que enfrentará en los próximos años la administración pública en América Latina, a los cuales se verán enfrentados los nuevos profesionales de esta disciplina. La innovación y la profesionalización de la función pública seguirán siendo esenciales en los próximos años, pero la rápida incursión de la tecnología en la administración pública (tal como ha pasado en la administración privada) y la creciente conciencia de los ciudadanos sobre la diversidad de los derechos de los cuales son titulares, son los desafíos más complejos que enfrentarán las instituciones garantes del bien común.
Preguntas como ¿por qué las instituciones del Estado le piden certificados al ciudadano que el propio Estado extiende?, o si ya entregué un certificado o una constancia en una institución pública ¿por qué debo entregarlo nuevamente a otra repartición pública?. ¿No bastará con entregarlo sólo una vez y que “el sistema” se encargue de buscarlo?.
Estas preguntas de sentido común, proliferan mucho más rápido entre los ciudadanos que la propia capacidad de ofrecer respuesta de las instituciones públicas y estatales a la comunidad. Ante esto, muchas instituciones públicas han comenzado a incorporar tecnologías de la información, no tan sólo para mejorar procesos internos de gestión, sino para optimizar la relación con la comunidad. Es así como aplicaciones, consultas ciudadanas electrónicas, son sólo algunos ejemplos en esta dirección. La principal incógnita en este sentido será si con la incorporación de tecnología en la función pública, se provocará un reemplazo de funcionarios públicos tan intenso como ha sucedido en las empresas e instituciones del sector privado.
Sumado a lo anterior, y como en ninguna otra época de nuestra historia republicana, en América Latina los ciudadanos se encuentran en una posición de conciencia y empoderamiento de sus derechos sumamente alta, aspecto positivo, siempre y cuando las instituciones públicas estén a la altura de los nuevos desafíos que esto implica. De esta forma, las preferencias de los ciudadanos cada vez se pueden interpretar menos desde movimientos colectivos, como contrapartida, el individualismo opinático se ha apoderado de la opinión pública, haciendo parecer los asuntos públicos más un agregado de opiniones individuales que acciones colectivas previamente deliberadas y tratadas en espacios públicos. En resumen, queda la sensación que los ciudadanos exigen más y mejor atención a sus necesidades individuales, que a las necesidades colectivas que involucran a su comunidad.
¿Qué marcará la diferencia?. Hacer del servicio público un acto que también contribuya a reconstruir el tejido social colectivo, lo cual implica que el acto de administrar también sea un acto de educar al ciudadano y formar ciudadanía. Segundo, será clave preparar profesionales, pero ante todo preparar personas para servir a otras personas en un espacio público diverso y complejo. Sólo eso provocará que la ciudadanía valore más a una persona que a una aplicación para resolver sus problemas que involucran relacionarse con instituciones públicas.
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